DYLAN THOMAS: La poesía hecha símbolo


Se habla mucho de poesía y de poetas, de rebeldía frente al resto, de desafiós a la ciudad que busca acallar a quienes dicen lo que nadie más quiere decir. Sin embargo, a pesar de cualquiera de estas razones, lo más importante serán siempre los poemas. A propósito de ello, dejó aquí dos poemas de Dylan thomas uno de los poetas más importantes del siglo XX, sin dudas dotado de una genialidad dificilmente repetible y claro figura emblemática de la bohémia como culto a los excesos, para quienes piensan que la poesía es un ejercicio vital y que sólo puede accederse a ella llegando al límite.


HAGO ESTO EN UNA AUSENCIA TUMULTUOSA

Hago esto en una ausencia tumultuosa
cuando con su collar de piedra,
cada antiguo minuto en la estación del celo
abriga mi anclada lengua, resbala por el muelle,
cuando, bendita sea la alabanza, su orgullo navegó el mástil y la
fuente
y quedó deslumbrado por el océano con figura de mano
en este orgulloso árbol navegante con ramas arrastradas
por la última bóveda y el dique vegetal,
y esta casa endeble hacia los cielos con pilares de médula,

es desdeñada, un harapo del aliento, una maleza enmarañada,
cabeza hueca de opio, paso de cuervo resollado, soplado, entrecortado,
o, como el nudo del pecho, por la marea atado, se recogió de nuevo
o rasgó ancestralmente el himen amarrado del mar,
y en su postrer orgullo es una criatura solitaria
arrastrada por imantados vientos hacia su madre ciega,
mansión de leche y pan en un pueblo sin dientes.

Ella para mí crea una inocencia de ortiga
y una culpa de palomo sedoso en su orgullosa ausencia,
en las rocas vejadas la caracola de las vírgenes,
la franca perla cerrada, la fisonomía de las niñas del mar
destellan en las cuevas rizadas con huellas de sirenas,
es la doncella en el roble ruboroso, el arbusto dorado de leones,
presagia danzas de toros y lechos de ballenas,
orgullosa como una piedra amamantada y vasta como granos de arena.

Estos son sus contrarios: la bestia que persigue
con grave pie de sacerdote y mano de cinco asesinos
su vuelo diluido hacia columnas como nidos de cenizas,
llama al rebaño diezmado por el fuego, se derrama en el hielo,
perdida en un silencio inocuo, lacio de árboles,
la que trepa una colina en el granizo con fríos pasos pétreos
cae sobre un anillo de veranos y clausurados mediodías.

Construyo un arma con los huesos de un asno
y ando por arenas tumultuosas junto a la ciudad muerta,
aporreo el aire pleno, destrozo el este y derribo el ocaso,
asalto su apresurado corazón, cuelgo su valva retorcida
con venas degolladas, dejo atados sus párpados.
Tras las mandíbulas que todo lo trituran
brilla la destrucción picada por los pájaros.

y por ese asesino, caigo hacia la ruina
negro por el contagio, como ola que se acerca.
La ruina, ese cuarto de errores, un crucifijo caído
en el mar hacinado y en la sombra con pilares de agua,
mi orgullosa pirámide pesada en rocoso sudario:
donde, como herida en el lienzo esmeralda y el agudo viento
la cabeza del héroe yace arrancada de todas las leyendas,
con mano enguantada de soles llega quien diseca el amor
el que roe el vivo corazón sobre un diamante.

«El vientre de su madre tuvo una lengua que lamía el barro»
gritaron los labios desdentados, con su mordaza de capucha y cuerda,
en esa tierra luminosa de anclas donde yacía amortajado,
«Un lagarto se vuelve con el dardo de su negro veneno
para hundirlo hacia atrás en el lecho del tétano
y el blanco aliento vela la boca de la simiente»
«Mirad», repetían las viejas máscaras «cómo suben los muertos:
en el espiral sin fin del dique, un hombre es atrapado».

Estos ojos que una vez fueron ciegos han respirado un viento de visiones,
la raíz del caldrón en esta mano, otrora sin anillos
se esfumó como un árbol y se agitó como pájaro en llamas;
con dientes rotos y sonoros y cola y tambor de telaraña
las jaurías ajadas se alejaron de este fantasma en flor
y, tibio como el perdón desde una nube de orgullo,
el mundo, terrible hermano mío, le desnuda la piel.

Ahora en el gran pecho de la nube yacen países quietos,
por mares rescatados marcha mi amor desde su sitio altivo
sin heridas ni rayos en su cara,
un viento calmo sopla, alza los árboles como cabelleras.
donde una vez la sangre de la blanda nieve se hizo hielo.
Y aunque un amor tire del aire pálido, lleno de pezones
y los orgullos del mañana le devoren los ojos,
aun así hago esto en una presencia misericordiosa.

EN MI OFICIO O ARTE SOMBRÍO

En mi oficio o arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,
sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.

No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.

Versión en inglés, en la que puede apreciarse la musicalidad interna del poema:


IN MY CRAFT OR SULLEN ART

In my craft or sullen art
Exercised in the still night
When only the moon rages
And the lovers lie abed
With all their griefs in their arms,
I labour by singing light
Not for ambition or bread
Or the strut and trade of charms
On the ivory stages
But for the common wages
Of their most secret heart

Not for the proud man apart
From the raging moon I write
On these spindrift pages
Nor for the towering dead
With their nightingales and psalms
But for the lovers, their arms
Round the griefs of the ages,
Who pay no praise or wages
Nor heed my craft or art.

CHARLES BAUDELAIRE: UN POEMA

AL LECTOR

La necedad, el error, el pecado, la tacañería,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.

Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.

Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Está todo vaporizado por este sabio químico.

¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;
Cada día hacia el Infierno descendemos un paso,
Sin horror, a través de las tinieblas que hieden.

Cual un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja ramera,
Robamos, al pasar, un placer clandestino
Que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja.

Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
Desciende, río invisible, con sordas quejas.

Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
Todavía no han bordado con sus placenteros diseños
El canevás banal de nuestros tristes destinos,
Es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.

Pero, entre los chacales, las panteras, los podencos,
Los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,
Los monstruos chillones, aullantes, gruñones, rampantes
En la jaula infame de nuestros vicios,

¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!
Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,
Haría complacido de la tierra un despojo
Y en un bostezo tragaríase el mundo:

¡Es el Tedio! — los ojos preñados de involuntario llanto,
Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
Tú conoces, lector, este monstruo delicado,
—Hipócrita lector, —mi semejante, —¡mi hermano!

1855

JOHN FANTE: UN FANTASMA QUE SE RESISTE A PARTIR

Hoy pensaba escribir sobre Jhon Fante, estuve releyendo Sueños de Bunker Hill, la última novela de la tetralogía( que además de la mencionada esta compuesta por: Espera a la primavera, Bandini; Pregúntale al Polvo y Camino a los Ángeles) que tiene a Arturo Bandini como personaje. En esta, encontramos nuevamente a Bandini en la miseria, buscando el camino hacia el éxito.

Como en las anteriores, la fuerza que impulsa a Bandini es su pasión por la literatura, y su búsqueda de reconocimiento como escritor. En todas las novelas de dicha saga, encontramos como todas las peripecias van siendo sorteadas con mayor o menor suerte impulsado por esa fe en sí mismo, y por la convicción de Bandini de llegar a ser el escritor que sabe que es, sin que nada importe.

EL caso de Fante es especial, porque si bien es cierto tuvo unos inicios muy duros, sin embargo vivió de lo que escribía, esto es, guiones para películas y programas de televisión de escasa recordación, lo que parece haber sido su mayor frustración. Nunca llegó a ser un escritor exitoso. Quizás esa desolación lo llevó a escribir un puñado de novelas en las que sin nada que perder, quizó reescribirse así mismo desde el inició, buscar en la ficción las claves que nunca pudo hallar en la vida real, establecer un final alternativo para una vida que como la suya había sido consumida por la mediocridad.

En Bandini su alter ego, encontró el mecanismo para reinterpretar las claves de su vida, y la de cientos de otros escritores anónimos, que soñaron con el éxito en Hollywood, y a pesar de su lucha constante, nunca obtuvieron nada. Sin saberlo, estableció una forma de ficción, donde el intenso de la primera persona, genera una complicidad con el lector, que acompaña al personaje en cada uno de sus desplazamientos, que escucha de primera mano sus planes, que acude a cada una de sus derrotas, y que al final, puede llegar a sentir, que eso, lo que acaba de suceder, también le ha pasado a él.

Hoy he sabido que acaban de lanzar (no sé aún la fecha de estreno) una versión fílmica de Pregúntenle al Polvo (Ask the Dust) con Collin Farrel en el papel de «Bandini» y Salma Hayek en el papel de «Camila», la camerera latina por la que Bandini pierde la cabeza. Me parece una ironía que luego de su lucha por escapar del mundo de las películas hechas en la factoría de los Ángeles, su obra haya vuelto al punto de partida. Es probable que Farrel no haya sido la mejor elección, pero habrá que esperar a ver el resultado. Creo que en gran medida Bukowski es el culpable, que muchos hoy sigan leyendo a Jhon Fante, el jamás tuvo reparos en señalar que le sirvió de modelo e inspiración, no sólo en la elección de sus temas, sino en la propia estructura de sus ficciones, por eso no hay mejores palabras que las escritas por Charles, para no terminar de decirle adiós a Bandini.

PROLOGO escrito por Charles Bukowski a las reediciones de Preguntale al polvo :

YO era joven, pasaba hambre, bebía, quería ser escritor. Casi todos los libros que leía pertenecían a la Biblioteca Municipal del centro de Los Angeles, pero nada de cuanto me caía en las manos tenía que ver conmigo, con las calles, ni con las personas que me rodeaban. Me daba la sensación de que todos se dedicaban a hacer juegos de prestidigitación con las palabras, que aquellos que no tenían prácticamente nada que decir pasaban por escritores de primera línea.

Sus libros eran una mezcla de sutileza, artesanía y formalismo, y era esto lo que se leía, se enseñaba en las escuelas, se digería y se transmitía. Era un invento cómodo, una Logocultura ingeniosa y prudente. Había que volver a los autores anteriores a la Revolución Rusa para encontrar algo de aventura, un poco de pasión. Había excepciones, pero eran tan escasas que se agotaban rápidamente y uno se quedaba sin saber qué hacer ante las filas interminables de libros insípidos. A pesar de todo lo que podía haberse aprendido en los siglos precedentes, los autores modernos no eran lo que se dice muy hábiles.

Cogía de las estanterías un libro tras otro. ¿Por qué nadie decía nada? ¿Por qué no alzaba nadie la voz por encima de la de los demás? Probé en las distintas secciones de la biblioteca. La sala de Religión me pareció un páramo tan vasto como inútil. Fui a la de Filosofía. Di con un par de alemanes resentidos que me estimularon una temporada, hasta que los olvidé. Probé con las matemáticas, pero las matemáticas superiores no se diferenciaban de la religión. no me afectaban en absoluto. Lo que yo buscaba no se encontraba al parecer en ninguna parte.

Probé con la geología, y al principio sentí cierta curiosidad, pero me resultó insustancial a la postre.

Descubrí ciertos libros sobre cirugía y me gustaron los libros sobre cirugía: las palabras eran nuevas y maravillosas las ilustraciones. En concreto, me gustaron y memoricé los detalles de las operaciones del mesocolon.

Al final abandoné la cirugía y volví a la gran sala abarrotada de autores de novelas y cuentos. (Cuando tenía morapio en abundancia no iba por la biblioteca. Una biblioteca era un lugar estupendo para pasar el rato cuando no se tenía nada para comer o beber y cuando la dueña de la casa le perseguía a uno con los recibos atrasados del alquiler. En la biblioteca, por lo menos, se podía ir al lavabo sin problemas.) Vi muchísimos compañeros de vagabundeo allí, y casi todos dormidos sobre el libro abierto.

Seguí recorriendo la sala general de lectura, cogiendo libros de los estantes, leyendo unas cuantas líneas, unas cuantas páginas, y dejándolos en su sitio a continuación.

Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces, a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas, allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He allí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos.

El humor y el sufrimiento se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto.Tenía tarjeta de lector. Rellené la hoja del servicio de préstamo, me llevé el libro a casa, me tumbé en la cama, me puse a leerlo y mucho antes de acabarlo supe que había dado con un autor que había encontrado una forma distinta de escribir. El libro se titulaba Pregúntale al polvo y el autor se llamaba John Fante. Tendría una influencia vitalicia en mis propios libros. Acabé Pregúntale al polvo y busqué más libros de Fante en la biblioteca. Encontré dos. Dago red y Espera a la primavera, Bandini. La calidad era la misma, se habían escrito con el corazón y las entrañas y no hablaban de otra cosa.

Sí, Fante tuvo sobre mí un efecto poderoso. Poco después de leer los libros que he citado conviví con una mujer. Estaba más alcoholizada que yo, sosteníamos peleas violentas y a menudo le gritaba: «1No me llames hijo de puta! ¡Yo soy Bandini, Arturo Bandini!».

Fante fue para mí como un dios, pero yo sabía que a los dioses hay que dejarles en paz, que no hay que llamar a su puerta.

Sin embargo, me ponía a hacer conjeturas sobre el punto exacto de Angel’s Flight en que al parecer había vivido y hasta pensaba que a lo mejor seguía viviendo allí. Casi todos los días pasaba por el lugar y me preguntaba: ¿será ésa la ventana por la que se deslizaba Camila? ¿Es ésa la puerta de la pensión? ¿Es ése el vestíbulo? No lo he sabido nunca.

Treinta y nueve años más tarde he vuelto a leer Pregúntale al polvo. Quiero decir que lo he vuelto a leer este año y que todavía se sostiene, al igual que las demás obras de Fante, pero que éste es el libro que prefiero porque constituyó mi primer encuentro con la magia. Escribió otros libros, además de Dago red y Espera a la primavera, Bandini. Por ejemplo, Plenitud de vida y The brotherhood of the grape. En la actualidad está escribiendo otra novela, A dream of Bunker Hill.

Al final, gracias a otras vicisitudes, he conocido al novelista este mismo año. Queda mucho por decir de la vida de John Fante. Una vida con una suerte extraordinaria, con un destino horrible y llena de una valentía tan natural como insólita. Es posible que se cuente algún día, aunque creo que a él no le gustaría que yo la contase aquí. Permítaseme decir, sin embargo, que en su forma de escribir y en su forma de vivir se dan las mismas constantes: fuerza, bondad y comprensión.

Es todo. A partir de este momento, el libro pertenece al lector.

CHARLES BUKOWSKI
5-6-79

FRAGMENTO DE PREGUNTALE AL POLVO (BARCELONA, 1989, PAIDOS)

C I E R T A noche me encontraba sentado en la cama de la habitación de la pensión de Bunker Hill en que me hospedaba, en el centro mismo de Los Angeles. Era una noche de importancia vital para mí, ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión. O pagaba o me iba: es lo que decía la nota, la nota que la dueña me había deslizado por debajo de la puerta. Un problema relevante, merecedor de una atención enorme. Lo resolví apagando la luz y echándome a dormir.

Cuando desperté por la mañana, me dije que tenía que hacer más ejercicio y comencé en el acto. Practiqué varias flexiones.

Luego me cepillé los dientes, noté el sabor de la sangre, vi una mota sonrosada en el cepillo, me acordé de los anuncios y resolví bajar a la calle y tomar un café.

Fui al restaurante donde siempre me restauraba, tomé asiento en un taburete que había ante el largo mostrador y pedí un café.

Se parecía mucho al café, pero no valía el precio que se pagaba por él. Me fumé allí mismo un par de cigarrillos, leí los resultados de la Liga Americana de béisbol, pasé concienzudamente por alto los resultados de la Liga Nacional y comprobé con satisfacción que Joe DiMaggio seguía siendo un orgullo para Italia, ya que seguía encabezando la lista de mejores bateadores.

Una máquina de hacer tantos el DiMaggio. Salí del restaurante, me situé ante un pitcher imaginario y largué un pelotazo que se llevó por delante la barrera. Anduve luego por la calle, hacia Angel’s Flight, preguntándome qué hacer aquel día. Pero no había nada que hacer y por tanto resolví pasear por la ciudad.

Mientras recorría Olive Street, pasé ante una casa de vecindad sucia y amarillenta, todavía húmeda como un secante a causa de la niebla de la noche anterior, y pensé en mis amigos Ethie y Carl, ambos de Detroit, que vivían allí, y recordé la noche en que Carl había pegado a Ethie porque ésta iba a tener un niño y él no quería ningún niño. Pero lo tuvieron y no hubo más que hablar. Y recordé el interior de la casa, que olía a polvo y a ratones, y a las ancianas que se sentaban en el zaguán cuando el calor apretaba por la tarde, y a la anciana de piernas bonitas. También estaba el ascensorista, un individuo de Milwaukee que estaba hecho polvo y que ponía cara de burla cada vez que se le indicaba un piso, como si uno fuera un imbécil por querer ir a ese piso concreto, el ascensorista, que siempre tenía dentro del ascensor una bandeja con bocadillos y una revista de historietas baratas.

Seguí bajando la colina por Olive Street y pasé ante las horribles casas de madera que apestaban a crímenes y, sin abandonar Olive, ante el Philarmonic Auditorium, recordé que había estado allí con Helen para oír a los coros de los Cosacos del Don, que me había aburrido y que nos habíamos peleado por culpa de aquello, y me acordaba de lo que Helen llevaba puesto aquel día, un vestido blanco, y de que los riñones se me ponían en órbita cada vez que lo rozaba. Ay, Helen, Helen… aunque allí no, claro.

Así llegué al cruce de Olive con Fifth Street, donde los tranvías enormes destrozaban los oídos a causa del ruido que producían, donde el olor a gasolina hacía que las palmeras parecieran tristes y donde el asfalto negro seguía húmedo a causa de la niebla de la noche anterior. (…)

FRAGMENTO DE ESPERA A LA PRIMAVERA, BANDINI (BARCELONA, 1988, PAIDOS)

A V A N Z A B A dando puntapiés a la espesa capa de nieve. Hombre asqueado a la vista. Se llamaba Svevo Bandini y vivía en aquella misma calle, tres manzanas más abajo. Tenía frío y agujeros en los zapatos. Por la mañana había tapado los agujeros por dentro con el cartón de una caja de macarrones. Los macarrones no los había pagado. Se había acordado mientras metía en los zapatos los trozos de cartón.

Detestaba la nieve. Era albañil y la nieve congelaba la argamasa que ponía entre los ladrillos. Se dirigía a su casa, pero no sabía por qué. Cuando era pequeño y vivía en Ita¬lia, en los Abruzos, tampoco le gustaba la nieve. No había sol, no había trabajo. Ahora vivía en los Estados Unidos, en Colorado, en un lugar llamado Rocklin. Acababa de salir de los Billares Imperial. En Italia también había montañas, por supuesto, iguales que los montes blancos que se alzaban a unos kilómetros hacia occidente. Los montes eran gigantescas túnicas blancas que caían a plomo hacia la tierra. Veinte años antes, cuando tenía veinte años de edad, había pasado hambre durante toda una semana entre los pliegues de aquella túnica despiadada y blanca. Había estado construyendo una chimenea en un refugio de montaña. Era peligroso subir allí en invierno. Había dicho a la porra el peligro, porque sólo tenía veinte años entonces, y una novia en Rocklin, y necesitaba dinero. Pero el techo del refugio había cedido bajo la nieve aplastante.

No había momento en que aquella nieve hermosa no le torturase. No comprendía aún por qué no había emigrado a California. Pero permanecía en Colorado, entre las nieves profundas, porque ya era demasiado tarde. La nieve blanca y hermosa era como la mujer blanca y hermosa de Svevo Bandini, muy blanca, muy fértil, que yacía en la cama blanca de una casa situada calle arriba. Walnut Street número 456, Rocklin, Colorado.

El aire frío le humedeció los ojos. Eran castaños, eran dulces, eran ojos de mujer. Le había quitado los ojos a su madre al nacer, ya que después del nacimiento de Svevo Bandini, la madre no había sido ya la misma, achacosa siempre, siempre con expresión de enferma después del parto, hasta que murió, y a Svevo le tocó tener ojos castaños y dulces.

Setenta kilos pesaba Svevo Bandini y tenía un hijo llamado Arturo que disfrutaba acariciándole los hombros musculosos y palpándole las culebras que le corrían por dentro. Era hombre apuesto Svevo Bandini, todo músculo, y su mujer, que se llamaba María, en cuanto pensaba en los músculos de los riñones del marido, el cuerpo y el espíritu se le derretían cual nieve de primavera. Era muy blanca esta María y mirarla era verla a través de una finísima capa de aceite de diva.

Dio cane. Dio cane. Quiere decir que Dios es un perro y Svevo se lo decía a la nieve. ¿Por qué habría perdido diez dólares aquella noche en una partida de póquer en los Billares Imperial? Era muy pobre y tenía tres hijos, y no había pagado los macarrones, ni la casa en que estaban los tres hijos y los macarrones. Dios es un perro.

Svevo Bandini tenía una esposa que no decía nunca:dame dinero para dar de comer a los niños, pero tenía una esposa de ojos grandes y negros que el amor encendía hasta el empalago, unos ojos muy suyos que le escrutaban furtivamente la boca, las orejas, el estómago y los bolsillos. La astucia de aquellos ojos era triste, pues siempre sabían cuándo le había ido bien en los Billares Imperial. ¡ Vaya ojos para una esposa! Veían todo lo que él era y esperaba ser, pero su alma jamás.

Lo cual era extraño, porque María Bandini era una mujer para quien todos eran almas, tanto los vivos como los muertos. María sabía lo que era un alma. Un alma era algo inmortal que ella conocía. Un alma era algo inmortal sobre lo que no discutía. Un alma era algo inmortal. Bueno, fuera lo que fuese, el alma era inmortal. (…)

Post data:

  1. El escritor Italiano Alessandro Barrico, ha escrito una bella recensión sobre la novela «Preguntale al polvo» titulada «Jhon Fante, la vida narrada con talento». que estimo de imprescindible lectura.
  2. Guillermo piró, reseñista de el Diario Clarín, por el contraria hace una lectura bastante crítica de las novelas de Fante, en un artículo títulado «El precursor y sus epígonos» un lector distinto para las mismas novelas que aquí mencionamos.

Richard Ford: la vida sin finales felices



Quizás no se lo haya propuesto. Es posible que se trate de un accidente o un mal entendido. Pero al escribir, El periodista deportivo (Barcelona, Anagrama, 1996, Segunda Edición, 396 pp.) Richard Ford ha conseguido una de las reflexiones más inquietantes sobre el hombre contemporáneo y su dificultad para lidiar con el fracaso. La novela esta escrita desde la primera persona, la voz que escuchamnos es la de Frank Bascombe, y el nos guiará por el descenso hacía su infierno particular: un hombre de 38 años, que descubre, que no le queda mucho salvo la muerte.

El periodista deportivo, es una confesión de parte, no le interesa al narrrador sino que escuchemos su voz, y veamos a través de su ojos, el derrumbe interior que sufre, lo asfixiante que puede tornarse la soledad, y lo díficil que puede ser obtener respuestas, más áun cuando se han tenido siempre, y se han preferido evitar.

Nada de esto se nos dice de buenas a primeras, el mecanismo de la novela es, a pesar de un inicio revelador sobre la situación del narrador, mostrar antes que decir, introducirnos en la rutina, de un Bascombe, que incluso para algunos podría pasar como medianamente exitoso, para ir descubriendo poco a poco cada una de sus frustraciones.

La novela contiene una feroz crítica a un sistema de vida, en el que se ha privilegiado la obtención de metas como recompensas, pero que en realidad sólo intenta disfrazar el vació de una vida que responde a un sistema de consumo, y en donde nada es lo suficientemente dudadero para realmente disfrutarlo.

Descubriremos que la situación de Frank Bascombe es especial, porque de algún modo renunció a sus sueños, para conseguir algo mucho más real; de ese modo logró casarse, tener una familia, obtener un trabajo medianamente estable, una casa. Pero a los 38 años, esta divorciado, sus hijos son unos extraños, y además tiene un hijo muerto, suceso apartir del cual intenta explicarse el final de su matrimonio, su trabajo es sólo un acto reflejo de supervivencia, y ha encontrado después de muchos años, el tiempo necesario para pensar en que le sucedió.

Richard Ford, ha intentado retratar a partir de una historia particular una irreversible descomposición social, el fin del sueño americano, la pesadilla inacabable que puede ser la vida cuando no se encuentra maneras para lidiar con la infelicidad acumulada con la que todos nosotros hemos sido dotados.

Algunos extractos de la novela:


«…Lo bueno dura poco. Es algo que he descubierto en el club de divorciados de esta ciudad…» (p.12)

«…en la vida no hay nada trascendental. Las cosas siempre vienen y se van, y eso es la ley de la vida. Todo lo demás es una mentira de la literatura…» (p.23)

«Lo que todos queremos en realidad es llegar a ese punto en el que el pasado ya no nos diga nada acerca de nosotros mismos y podamos seguir adelante…» (p.31)

«…La verdad es que no tenía nada más que escribir, y no me da verguenza confesarlo. Si hubiera más escritores que lo reconocieran, el mundo se ahorraría un montón de libros malos, y muchos hombres y mujeres podrían disfrutar de una existencia más feliz y productiva.»(p.45)

«…¿qué es la literatura sino alguien que te die lo que otro esta pensando?..» (p.87)

«¿Cuál es la medida real de la amistad? voy a decirselo a ustedes. Es la cantidad del tiempo que uno desperdicia con las desgracias y calamidades del otro…» (p.108)

«A veces vivir con alguien convierte la vida en un infierno…» (p.135)

«…es posible sentirse súbitamente atraído por una mujer sin encontrarla atractiva,una mujer con la que no les gustaría ir a cenar, o encontrarse en una fiesta, ni mirar dos veces en un ascensor, pero de pronto sucede…» (p. 159)

«…La muerte es un intruso absurdo, una ruptura, un edificio que no encaja con los otros. Un enigma tan complicado como el sánscrito..» (p. 358)

«…Los escritores, todos los escritores, necesitan pertenecer a algún sitio. Sólo que los escritores de verdad, desgraciadamente, son socios de un club de un sólo miembro. (p. 374)

UN FRAGMENTO DE LA NOVELA

Navegando por internet, encontré en la siempre recomendable página «Otras hierbas» un fragmento del inicio de la novela «Periodista deportivo» de Richard Ford:



Me llamo Frank Bascombe y soy periodista deportivo. Durante los últimos catorce años he vivido aquí, en el número 19 de Hoving Road, Haddam, Nueva Jersey, en una gran casa estilo Tudor que compré cuando le vendí un libro de relatos a un productor de cine por un montón de dinero, y parecía que mi mujer y yo, así como nuestros tres hijos -dos de los cuales aún no habían nacido-, podríamos empezar a vivir mejor.

No sabría decides exactamente en qué iba a consistir la mejoría que yo esperaba, y con esto no quiero decir que no llegase, pero desde entonces han pasado muchas cosas. Por ejemplo, ya no estoy casado con X. El hijo que teníamos cuando todo empezó ha muerto, aunque, como he dicho, hay otros dos y son unos niños maravillosos.

Poco después de que viniésemos de Nueva York escribí la mitad de una novela corta. Luego la metí en un cajón y allí se ha quedado, y no pienso sacada a menos que pase algo muy raro.

Hace doce años, cuando tenía veintiséis y las cosas nada claras, el director de una conocida revista deportiva de Nueva York me ofreció un empleo de periodista porque le gustó cómo había escrito un artículo que me encargaron. Y, para mi sorpresa y la de todo el mundo, dejé de escribir mi novela y acepté.

Y desde entonces no he hecho otra cosa, exceptuando las vacaciones, y un periodo de tres meses después de la muerte de mi hijo, en el que decidí cambiar de vida y trabajé como profesor en un college del oeste de Massachusetts. Pero aquello no acabó de gustarme y, sin darle más vueltas, me volví a Nueva Jersey a escribir de deportes.

Durante estos doce años, mi vida no ha estado nada mal y en muchos aspectos ha estado muy bien. Cuando más viejo me hago, más me asusta todo y más claro veo que te pueden pasar, y de hecho te pasan, cosas malas. Pero la verdad es que no me preocupa ni me quita el sueño. Todavía creo en la posibilidad de la pasión y la aventura amorosa. Y no cambiaría muchas cosas, si es que cambiaba alguna. Preferiría no estar divorciado y que mi hijo, Ralph Bascombe, no hubiera muerto, pero eso es lo único.

Ustedes se preguntarán cómo alguien puede dejar una prometedora carrera literaria -tenía sobradas pruebas de ello- para convertirse en periodista deportivo.

Es una buena pregunta. Por ahora, déjenme que les diga una sola cosa: si escribir de deportes enseña algo, y en esto hay tanto de verdad como de mentira, es que, para que la vida valga la pena, tarde o temprano hay que enfrentarse a la posibilidad de sentir un terrible y doloroso arrepentimiento. Pero hay que intentar evitarlo o uno echaría a perder su vida.

Creo que yo he conseguido esas dos cosas, me he enfrentado al arrepentimiento y he evitado la ruina. Y todavía estoy aquí para contarlo.

He saltado la verja de hierro del cementerio que hay justo detrás de mi casa. Son las cinco de la mañana de un Viernes Santo, 20 de abril. Todas las demás casas del vecindario están en penumbra y yo estoy esperando a mi ex mujer. Hoy es el cumpleaños de mi hijo Ralph. Ahora tendría trece años y empezaría a hacerse hombre. En los dos últimos años nos hemos encontrado aquí, al amanecer, para honrar su memoria. Antes veníamos juntos como marido y mujer.

Una niebla fantasmagórica se eleva desde la hierba del cementerio, y más arriba, en las capas bajas de la atmósfera, oigo el batir de alas de los gansos. Un coche de la policía cruza sigilosamente la puerta del cementerio. Se para, apaga las luces y se apresta a vigilarme. Atisbo el resplandor fugaz de una cerilla dentro del coche y la cara de un policía mirando su cuaderno.

Desde lejos, al fondo de la «parte nueva», un pequeño cervatillo me mira mientras espero. De vez en cuando, sus iris amarillos relucen en la oscuridad hacia la parte antigua, donde los árboles son más grandes, y donde yacen, junto a la tumba de mi hijo, tres firmantes de la Declaración de Independencia.

Los vecinos de al lado, los Deffeye, están jugando al tenis y susurran los tantos con sus educadas voces matinales. «Perdón.» «Gracias.» «Cuarenta-nada.» Pac, pac, paco «Ventaja tuya, querida.» «Sí, gracias.» «Tuya.» Pac, paco Oigo sus roncos jadeos nasales, sus pies arrastrándose. Tienen más de ochenta años y ya no necesitan dormir, así que están despiertos a todas horas.

Han instalado unas luces opacas de bario-sulfuro que no iluminan mi jardín ni me impiden dormir. Y seguimos siendo buenos vecinos, por no decir amigos. Ya no tengo muchas cosas en común con ellos, y tanto ellos como los demás me invitan a muy pocas fiestas. En la ciudad, la gente sigue siendo simpática pero distante, y yo les considero buena gente, conservadores y honrados.

He comprendido que no es fácil tener a un divorciado por vecino. En él anida el caos… la naturaleza oscura del sexo que cuestiona el contrato matrimonial. La mayoría de la gente cree que tiene que tomar partido, y siempre es más fácil elegir a la mujer. Eso es lo que han hecho casi todos mis vecinos y amigos. Aunque charlamos a la puerta de nuestras casas, por encima de los setos del jardín o junto a nuestros coches en el aparcamiento del supermercado, comentando el estado de las vigas y los desagües o si tendremos un invierno temprano, y a veces hacemos planes para quedar, casi no nos vemos, pero no me importa mucho.(…)



POST DATA (notas a pie de página):

  1. Una mirada distinta a la novela en el Blog: El lamento del Portnoy
  2. Una entrevista a Richard Ford por Robert Birnbaum, con motivo al lanzamiento de su libro de relatos «A multitude of sins» que a propóstito ya ha sido traducido y publicado por anagrama.
  3. Una entrevista realizada por Sophie Majeskie a Richard Ford, sobre su novela «Independence Day», la misma que gue galardonada con los premios Pulitzer y el Pen/Faulkner, y cuya lectura desde aquí recomendadamos.

VIDA EN PAREJA: radiografiando el fracaso

FICHA:

5×2 (2004)
Director: François Ozon
Guión: François Ozon & Emmanuèle Bernheim
Genero: Drama / Romance
Cast: Valeria Bruni Tedeschi (Marion) Stéphane Freiss (Gilles) Géraldine Pailhas (Valérie) Françoise Fabian (Monique) Michael Lonsdale (Bernard) Antoine Chappey (Christophe) Marc Ruchmann (Mathieu) Jason Tavassoli (American Man) Jean-Pol Brissart (Judge)
También titulada como: 5 x 2: Five Times Two (Canada) Cinq fois deux (France) Five Times Two (Título International en ingles)
Duración: 90 min
País: France
Lenguaje: Frances/ Ingles / Italiano
Premios: Mejor actriz en el festival de venecia (Valeria Bruni Tedeschi)

Nominaciones: Al león de oro en el festival de venecia, y a mejor actriz principal en el: European Film Award

François Ozon es quizás uno de los cineastas fránceses más importantes de la actualidad, y a pesar del reconocimiento de la critica y la respuesta del público a películas cada vez más complejas en su construcción; vuelve a ponernos a prueba, guiado quizás por su fascinación inocultable por los personajes femeninos, por los límites que son estos capaces de atravesar; esta vez explora la relación de estos con el género opuesto. Sus esperanzas, los sueños de construir una familia, la búsqueda del amor, todo eso resumido en una película donde como en las anteriores, no necesita grandes locaciones ni presupuestos millonarios, para construir un mundo en el que es fácil identificarse, con personajes que pudieran ser cualquiera de nosotros, determinados frente a la vida, pero incapaces de escapar a su destino.

Luego de incursionar al género musical con » 8 mujeres» y deslumbrar a la crítica con la utilización de las claves de film noir en «La piscina», esta vez ha decidido contarnos una simple historia de pareja para recrear su especial visión del amor, un sentimiento efímero, incapaz de sobrevivir a los compromisos de la vida en pareja, y menos aún al matrimonio.

Para ello ha escogido contarnos la vida de Marion y Gilles y mo
strarnos cinco momentos que revelan la esencia de su fracaso, al que sin saberlo estaban condenados desde la primera vez que en un atarceder se sumergieron juntos en el mar para nadar. El amor esta cercado por dos grandes fuerzas que generan turbulencias a su alrededor y que las parejas deben enfrentar, la fidelidad y las tentaciones; la visión de Ozón en ciertamente pesimista, pero no por eso menos actual.

El no juzga a sus personajes, por el contrario, parece regocigarse al comprobar sus debilidades, al descubrir lo proclives que son a traicionar al ser amado, precisamente por esa razón, la traición en la mirada de Ozon se convierte en un acto de reafirmación del amor, una manera de ser libre, que es la única manera de enfrentar el compromiso de estar ligado a alguien.

La película se inicia entonces, allí donde términan todos los grandes amores, en un Juzgado, repartiéndose bienes, fijando horarios de visita para los hijos, estableciéndo pensiones de manutención; destaca la actuación de Valeria bruni, y su capacidad de transmitir desolación con su sóla mirada. Luego se iniciará un viaje por los motivos, cada uno de los gestos, cada una de las palabras, serán determinantes. Divorcio, vida social en pareja, embarazo, matrimonio y noviazgo, eson son los cinco momentos cruciales escogidos por Ozon para narrar su historia. Y esa es la forma de hacer recuentos cuando se quiere entender el presente, remontarse a través de la cadena de las causas.

Pero no se trata sólo el tener que compartir las renuncias de los miedos lo que afecta a los personajes; sino en especial de las traiciones, y en esta película, son estas en las que se funda la relación, es la traición lo que marca el matrimonio, es la traición del esposo que no soporta presenciar el nacimiento de su hijo, y es la traición final de revelarse mutuamente quienes son, lo que precipita el fin de la relación. No se trata como algunos han advertido de moralizar sobre el amor, no por el contrario, se trata de una afirmación muy clara, el amor es una gran mentira, y no hay nada que podamos hacer en contrario.

Las claves:

Lo mejor: Lo ajustado y preciso del guión

Lo peor: La banda sonora en algunas escenas previene con demasiada anticipación el descenlace

LAST DAYS: IMAGINANDO A COBAIN

FICHA

Last Days (2005)

Dirigida y escrita por: Gus Van Sant
Genero: Drama
Cast: Michael Pitt (Blake) Lukas Haas (Luke) Asia Argento (Asia) Scott Patrick Green (Scott) Nicole Vicius (Nicole) Ricky Jay (Detective) Ryan Orion (Donovan) Kim Gordon (Ejecutiva Discográfica)
Duración: 97 min
País:USA
Lenguaje: Ingles

A Gus Van Sant no le interesa la verdad, ni hacerse preguntas frente a ella. Prefiere que sean los espectadores los que se pregunten si lo que él hace es dar respuestas. En algún punto dejó de ser ese cineasta crítico pero divertido de por ejemplo «To die For» (película que puso en el firmamento a Joaquín Phoenix) y de un tiempo a esta parte, parece empeñado a demostrar que el cine es una herramienta ideológica, por eso parece privilegiar su visión del mundo en general y su concepción de cómo debe hacerse el cine en particular. No ha necesitado firmar ningún manifiesto, ni señalar las reglas que deben seguirse. Sólo se ha limitado a firmar películas, en las que el hombre se enfrenta a la muerte, y casí siempre por los mismos motivos: por ausencia de respuestas, «Gerry», «Elephant» y ahora «Last Days», no sólo deberían verse como un tríptico, sino como un manifiesto.

La película no es un falso documental, tampoco una recreación histórica de los hechos, es simplemente la versión de Van Sant de los últimos días de Kurt Cobain. Por eso la cámara no deja de perseguir a Blake, que en la película vendría a funcionar como una representación de Cobain (la ficción de la ficción) Blake deambula por el bosque, se baña desnudo en el bosque, enciende una fogata, se viste de mujer, atiende a un vendedor de anuncios telefónicos, juguetea con una escopeta, toca la guitarra, escribe una canción, esta casí siempre sólo, conversa con una ejecutiva discográfica (¿reconocen a Kim Gordon? su presencia es una ironía y un homenaje, quizás Van Sant piense que los grandes héroes nunca envejecen, mueren antes) va a un club, rehuye a sus amigos, rehuye a la gente, esta escapando. En eso podría resumirse la película.

Pero desde la particular mirada de Van Sant nada es tan simple, ni tan predecible, nada sucede en ese orden, parece que uno de los mensajes, es que no se puede establecer el orden. Lo único cierto es que Kurt apareció muerte luego de tres días en los que nada se supo de él, Van Sant se encarga de darle contexto a ese hecho y construye como no, una suerte de parabola sobre la soledad y el sufrimiento.

La única certeza que nos deja la película es que Blake esta exhausto, se le ve así en cada una de las tomas, en cada uno de sus gestos, en cada una de las palabras que articula con dificultad, la actuación de Pitt es magistral, es quizás el actor de más alto perfil salido de una de las comedias adolescentes que marcaron los noventa: Dawson’s Creek. (Michelle Williams recientemente nominada al oscar por su actuación como la esposa de Enis del mar, en Brokeback Mountain debe ser la otra)

La película no es fácil de abordar, una de las estrategías para generar un clima de confusión y atemporalidad, es la narrativa fracturada, el director presenta los hechos, como piezas de un gran puzzle, será el espectador, el que les otorgue un orden, el que identifique a los oponentes de Blake, a sus secretos enemigos, encarnados por sus amigos, por su propia mujer, por todos aquellos que estan a su alrededor. Es por demás revelador que cada vez que se le acerquen sea para pedirle algo. O que ante una llamada misteriosa, Scott diga «Todo esta bajo control».

Eso si, no pódemos negar que hay cosas que parecen no estar en orden en la película. En primer lugar el abuso del director de tomas interminables, en las que no sucede nada, sólo para representar el vació que rodea a Blake. O los signos de homesexualidad que siembra a su alrededor (la escena de amor entre Scott y Lukas es gratuita) o que utilice tantos símbolos que términe desorientando al espectador, o que recurrá a facilismos para sugerirnos la redención de Blake, tales como hacerlo levantar desnudo, para ascender, no sabemos bien a donde, una vez que ya esta muerto.

Habrá quienes no puedan soportar siquiera los primeros diez interminables minutos del metraje, los fans de Nirvana deberían abstenerse, pero habrá que reconocer más allá de los excesos, que en estos días de películas fabricadas en serie para alentar el consumo de snacks, este manifiesto de libertad y audacia es reconfortante, hay futuro en la ficción cinematográfica, la belleza en su estado más puro puede ser capturada por una cámara que no sólo muestra lo que quiere que veamos, sino que alude, lo que no nos permite ver. Hay un mundo que puede ser visto desde una perspectiva que desconociamos, «Last Days» es un desafío a intentarlo.


LAS CLAVES:

Lo mejor: la portentosa actuación de Michel Pitt

Lo peor: Los excesos del director

BANDIDAS



FICHA:
Bandidas (2006)
Dirección: Joachim Roenning Espen Sandberg.
Escrita Por:Luc Besson & Robert Mark Kamen.
Cast: Penélope Cruz, Salma Hayek, Steve Zahn, Quentin Cooke, Sam Shepard y Dwight Yoakam Duración: 93 min. País: France / Mexico / USA




¿Pueden imaginar a dos mujeres, pequeñas, de apariencia frágil y más preocupadas por su aspecto, sus trajes y en mostrar sus exhuberancias físicas como dos justicieras ladronas de bancos en el ignoto territorio méxicano de principios de siglo XX?.

Parece que a Luc Besson se le ha ocurrido que eso es posible, y Salma Hayek ha asumido que ese era el papel para mostrarse como una heroina. Bandidas es una poco digerible comedia, con aires de western y toques de película romántica y de acción. bueno en realidad tiene algunos otros elementos, pero con los descritos se puede imaginar lo indigesto del resultado final.

La película no tiene sentido. No hay que presenciar todo el metraje para saber lo que pasará a continuación, ya el cártel promocional puede dar una idea. He intenta fállidamente recrear un mundo atravesado por la violencia, generada por la invasión capitalista americana, a un méxico de postal, al que quieren robarle su oro. En la película, el personaje de Salma Hayek, es la caprichosa (cuando no) hija recien llegada de europa, de un acaudalado banquero, que es asesinado por sus socios extranjeros; tras lo que su vida se ve transformada, iniciando una cruzada en búsqueda de justicia, para lo que cuenta con la ayuda de la hija de un pobre campesino, encarnada por Penelope Cruz, quien la ayudará en su cometido.


El guión es disparatado, hay alusiones desde la corte de los milagros (para quienes recuerden a Salmita interpretando a Esmeralda, en otra fállida versión del «Jorobado de Notre Damn), hasta los western fémeninos de peor factura («Rápida y mortal» por ejemplo); los diálogos son insulsos, y las actuaciones olvidables.

A la película le ha ido mal en el box office, y se han montando una serie de tretas publicitarias, a fin atraer al público. Pero salvo que se trate de un rendido admirador de las bondades femeninas de las protagonistas, ver este film, no tiene mucho sentido.¿Porqué la vi yo? no estoy seguro, hasta ahora me lo sigo preguntando.

Las claves

Lo mejor: los minutos de sam shepard ante las cámaras.
Lo peor: uniformemente el resto

LOS ESCRITORES, LOS PREMIOS: una estrategia de lectura

Un amigo me confesó que su método de escoger entre los libros que leer y los que no leer era preguntarse los premios que estos o los escritores obtenían, aducía que no tenía tiempo para leer todo lo que se publicaba, así que decidió leer lo que alguien más había pensando esencial. Y aunque la concesión de los premios, como acto de exclusión y de reconocimiento a la vez, muchas veces esta signado por arbitrariedades, a veces es posible descubrir que ciertos premios cobrán prestigio por la importancia de los premiados, por lo notable de su obra, por haber escrito ficciones que podrían ser premiadas una y otra vez.

Así como unos cuantos pueden darse el gusto de rechazar los premios que se les ofrecen, existen quienes esperan el premio que los saque del anónimato de manera definitiva. El prestigio de los premios viene además ligado a la suma asignada como recompenza, a la repercusión mediática, a los años que este viene siendo entregado, a la manera como se designan a los ganadores. Como fuere, este será un paseo por los premios más importantes a los que un escritor puede aspirar, reconoceremos algunso nombres, otros nos parecerán extraños, en cualqiuer caso, será un pretexto para seguir leyendo.

El Premio Herralde de Novela

Es concedido anualmente por la editorial Anagrama a una novela inédita en lengua castellana, La dotación del premio es aproximadamente de 18.000 euros. Lo han ganado algunos de los escritores más importantes en lengua castellana, desde Bolaño a Marias, y claro Bayly y Alonso Cuesto, decisiones para todos los gustos.

Algunos ganadores:

1983 Alvaro Pombo (España, 1939) por El héroe de las mansardas de Mansard


1984 Sergio Pitol (México, 1933) por El desfile del amor


1986 Javier Marías (España, 1951) por El hombre sentimental


1997 Jaime Bayly (Perú, 1965) por La noche es virgen

1998 Roberto Bolaño (Chile, 1953-2003) por Los detectives salvajes


2002 Enrique Vila-Matas (España, 1948) por El mal de Montano


2003 Alan Pauls (Argentina, 1959) por El Pasado


2004 Juan Villoro (México, 1956) por El testigo


2005 Alonso Cueto (Perú, 1954) por La hora azul


Los Premios Goncourt

Es el premio literario más importante que se otorga en Francia. Fue fundado en 1903. Para su concesión se ha creado la academia goncourt, integrada por los críticos más reputados. La dotación es de 50 francos, la misma que en el año de su creación. Aquí no vale el dinero, sino el prestigio de qiuenes lo obtienen.

El 2005 será recordado como el año que Houllebecq perdió el goncourt, todo parecia dispuesto para que se lo otorgarán, pero no se lo dieron. Las editoriales suelen desplegar grandes campañas para que sus escritores más prestigiosos lo obtuvieron. en 1999, su editorial le comunicó a Echenoz que no lo apoyarían, porque era improbable que el lo obtuviera, sin embargo ese año, y contra todo pronóstico, lo ganó.

Algunos ganadores:


1919 Marcel Proust (Francia, 1871-1922) por A la sombra de las muchachas en flor


1931 Jean Fayard (Mal d’amour)


1933 André Malraux (Francia, 1901-1976) por La condición humana


1951 Julien Gracq (Francia, 1910) por Le Rivage des Syrtes


1968 Bernard Clavel (Francia, 1923) por Les fruits de l’hiver


1970 Michel Tournier (Francia, 1924) por El rey de los alisos


1978 Patrick Modiano (Francia, 1945) por La calle de las tiendas oscuras


1984 Marguerite Duras (Francia, 1914-1996) por El Amante


1989 Jean Vautrin (Francia, 1933) por Un grand pas vers le Bon Dieu


1992 Patrick Chamoiseau (Martinica, 1953) por Texaco


1998 Paule Constant (Francia, 1944) por Confidence pour confidence


1999 Jean Echenoz (Francia, 1947) por Me voy


2002 Pascal Quignard (Francia, 1948) por Les ombres errantes


2003 Jacques-Pierre Amette (Francia, 1943) por La maitresse de Brecht


2004 Laurent Gaudé (Francia, 1972) por Le soleil des Scorta


2005 Francois Weyergans (Bélgica, 1941) por Trois jours chez ma mere


El Premio Internacional de novela Rómulo Gallegos

Lo organiza el CELARG (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos) y está dotado con una dotación aproximada de 100.000 euros. Inolvidable la renuncia de Bolaño a ser jurado en medio de un tropel de acusaciones cruzadas con la comisió organizadora.

1967 Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) por La casa verde


1972 Gabriel García Marquez (Colombia, 1928) por Cien años de soledad


1977 Carlos Fuentes (México, 1928) por Terra nostra


1982 Fernando del Paso (México, 1935) por Palinuro de México


1987 Abel Posse (Argentina, 1939) por Los perros del paraíso


1989 Manuel Mejía Vallejo (Colombia, 1923-1998) por La casa de las dos palmas


1991 Arturo Uslar Pietri (Venezuela, 1906-2001) por La visita en el tiempo


1993 Mempo Giardinelli (Argentina, 1947) por Santo oficio de la memoria


1995 Javier Marías (España, 1951) por Mañana en la batalla piensa en mí


1997 Angeles Mastretta (México, 1949) por Mal de amores


1999 Roberto Bolaño (Chile, 1953-2003) por Los detectives salvajes


2001 Enrique Vila-Matas (España, 1948) por El viaje vertical


2003 Fernando Vallejo (Colombia, 1942) por El desbarrancadero


2005 Isaac Rosa (España, 1974) por El vano ayer

Los Premios Pulitzer

Se convocan anualmente desde 1917 por la Universidad de Columbia, en una serie de categorías. Es sin duda alguna uno de los premios con mayor tradición en los Estados Unidos.

Algunos ganadores del premio en la categoría Novela:

1921 Edith Wharton (EEUU, 1862-1937) por La edad de la inocencia



1924 Margaret Wilson (EEUU, 1882-1973) por The Able McLaughlins

1926 Sinclair Lewis (EEUU, 1885-1951) por El doctor Arrowsmith



1932 Pearl S. Buck (EEUU, 1892-1973) por La buena tierra



1937 Margaret Mitchell (EEUU, 1900-1949) por Lo que el viento se llevó



1940 John Steinbeck (EEUU, 1902-1968) por Las uvas de la ira



1953 Ernest Hemingway (EEUU, 1899-1961) por El viejo y el mar


1955 William Faulkner (EEUU, 1897-1962) por Una fábula


11961 Harper Lee (EEUU, 1926) por Matar un ruiseñor


1963 William Faulkner (EEUU, 1897-1962) por Los rateros


1967 Bernard Malamud (EEUU, 1914-1986) por El hombre de Kiev


1968 William Styron (EEUU, 1925) por Las confesiones de Nat Turner


1976 Saul Bellow (EEUU, 1915) por El legado de Humboldt


1979 John Cheever (EEUU, 1912-1982) por Relatos de John Cheever


1980 Norman Mailer (EEUU, 1923) por La canción del verdugo


1981 John Kennedy Toole (EEUU, 1937-1969) por La conjura de los necios


1982 John Updike (EEUU, 1932) por Conejo es rico


1983 Alice Walker (EEUU, 1944) por El Color Púrpura


1988 Toni Morrison (EEUU, 1931) por Beloved


1989 Anne Tyler (EEUU, 1941) por Ejercicios respiratorios


1990 Oscar Hijuelos (EEUU, 1951) por Los reyes del mambo tocan canciones de amor


1991 John Updike (EEUU, 1932) por Conejo descansa


1992 Jane Smiley (EEUU, 1949) por Heredarás la tierra


1994 E. Annie Proulx (EEUU, 1935) por The Shipping News


1996 Richard Ford (EEUU, 1944) por El día de la independencia


1998 Philip Roth (EEUU, 1933) por American Pastoral


1999 Michael Cunningham (EEUU, 1952) por The Hours


2001 Michael Chabon (EEUU, 1964) por The Amazing Adventures of Kavalier & Clay


2002 Richard Russo (EEUU, 1949) por Empire Falls


2003 Jeffrey Eugenides (EEUU, 1960) por Middlesex


2004 Edward P. Jones (EEUU, 1950) por El mundo conocido


2005 Marilynne Robinson (EEUU, 1947) por Gilead

El Premio Biblioteca Breve

lo promueve la editorial Seix Barral y se entrega a novelas inéditas escritas en lengua castellana. Un premio de mucho prestigio en sus inicios y que cada vez se va pareciendo al Planeta, se lo gana cualquiera menos los que debieran. Se entregan aproximadamente 30.000.00 euros como dotación. Inolvidable, Puig lo perdió, a instancias de Vargas Llosa en el jurado, quienes finalmente prefirieron la novela de Marsé.

1958 Luis Goystisolo (España, 1935) por Las afueras


1961 José Manuel Caballero Bonald (España, 1928) por Dos días de septiembre


1962 Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) por La ciudad y los perros


1964 Guillermo Cabrera Infante (Cuba, 1929-2005) por Tres tristes tigres


1965 Juan Marsé (España, 1933) por Ultimas tardes con Teresa


1967 Carlos Fuentes (México, 1928) por Cambio de piel


1968 Adriano González León (Venezuela, 1931) por País portátil


1969 Juan Benet (España, 1927-1993) por Una meditación


De 1973 a 1998 no se entregaron (en esta segunda etapa, ha estado muy ligado a políticas editoriales y de marketing, ya no acapará la atención de sus primeras épocas)

1999 Jorge Volpi (México, 1968) por En busca de Klingsor


2000 Gonzalo Garcés (Argentina, 1974) por Los impacientes


2001 Juana Salabert (Francia, 1962) por Velódromo de Invierno


2002 Mario Mendoza (Colombia, 1964) por Satanás

2005 Elvira Lindo (España, 1962) por Una palabra tuya


2006 Luisa Castro (España, 1966) por La segunda mujer

Los Premios Booker

Es sin duda el premio más importante que se entrega en el Reino Unido a escritores en lengua inglesa. Las obras presentadastienen que haber sido editadas en los 12 meses anteriores al fallo.

Algunos ganadores:

1971 V. S. Naipaul (Gran Bretaña, 1932) por En un estado libre


1974 Nadine Gordimer (Sudáfrica, 1923) por El conservador


1978 Iris Murdoch (Gran Bretaña, 1919-1999) por El mar, el mar


1980 William Golding (Gran Bretaña, 1911-1993) por Ritos de paso


1981 Salman Rushdie (Gran Bretaña, 1947) por Hijos de la medianoche


1982 Thomas Keneally (Australia, 1935) por El arca de Schindler


1983 J. M. Coetzee (Sudáfrica, 1940) por Vida y época de Michael K.


1986 Kingsley Amis (Gran Bretaña, 1922-1995) por Los viejos demonios


1988 Peter Carey (Australia, 1943) por Oscar y Lucinda


1989 Kazuo Ishiguro (Gran Bretaña, 1954) por Los restos del día


1992 Michael Ondaatje (Canadá, 1943) por El paciente inglés


1996 Graham Swift (Gran Bretaña, 1949) por Últimos tragos


1997 Arundhati Roy (India, 1960) por El dios de las pequeñas cosas


1998 Ian McEwan (Gran Bretaña, 1948) por Amsterdam


1999 J.M. Coetzee (Sudáfrica, 1940) por Desgracia


2000 Margaret Atwood (Canadá, 1939) por El asesino ciego


2001 Peter Carey (Australia, 1943) por True History of the Kelly Gang


2002 Yann Martel (Canadá, 1963) por La vida de Pi


2003 DBC Pierre (Australia, 1961) por Vernon God Little


2004 Alan Holinghurst (Gran Bretaña, 1954) por The Line of Beauty


2005 John Banville (Irlanda, 1945) por Fiction with The Sea

Los Premios Cervantes

Lo consideran el Premio Nobel de las letras hispánicas. Esta destinado a honrar una obra literaria completa. Los candidatos son presentados por el pleno de la Real Academia Española y por las Academias de los países hispanos y los premiados en años anteriores. y aquí también han existido olvidos monumentales, no se lo otorgaron al Cronopio por ejemplo, a pesar de tener méritos de sobra. Algunos reparan que se lo han dado a algunos que no estaban a la altura, nunca nadie quedará contento.


Algunos ganadores:

1976 Jorge Guillén (España, 1893-1984) poeta


1977 Alejo Carpentier (Cuba, 1904-1980) novelista


1978 Dámaso Alonso (España, 1898-1990) poeta


1979 Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986) poeta


Gerardo Diego (España, 1896-1987) poeta


1980 Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909-1994) novelista


1981 Octavio Paz (México, 1914-1998) poeta

1983 Rafael Alberti (España, 1902-1999) poeta


1984 Ernesto Sábato (Argentina, 1911) novelista


1985 Gonzalo Torrente Ballester (España, 1910-1999) novelista


1987 Carlos Fuentes (México, 1928) novelista


1989 Augusto Roa Bastos (Paraguay, 1917) novelista


1990 Adolfo Bioy Casares (Argentina, 1914-1999) novelista


1992 Dulce María Loynaz (Cuba, 1903-1997) poeta


1993 Miguel Delibes (España, 1920) novelista


1994 Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) novelista


1995 Camilo José Cela (España, 1916-2002) novelista


1997 Guillermo Cabrera Infante (Cuba, 1929-2005) novelista


1998 José Hierro (España, 1922-2002) poeta


1999 Jorge Edwards (Chile, 1931) novelista


2000 Francisco Umbral (España, 1935) novelista


2001 Alvaro Mutis (Colombia, 1923) novelista


2002 José Jiménez Lozano (España, 1930) novelista


2003 Gonzalo Rojas (Chile, 1917) poeta


2004 Rafael Sánchez Ferlosio (España, 1927) novelista


2005 Sergio Pitol (México, 1933) novelista


El Premio Médicis

El premio esta dotado de 4.5oo francos, y generalmente se otorga a obras nuevas, y a escritores de gran talento, pero especialmente minoritarios. Es una suerte de identificación de nuevos talentos.

Algunos ganadores en la categoría: Novela Francesa


1959 Claude Mauriac (Francia, 1914-1995) por Le Dîner en ville


1960 Henri Thomas (Francia, 1940) por John Perkins


1961 Philippe Sollers (Francia, 1936) por Le Parc


1962 Colette Audry (Francia, 1906-1990) por Derrière la baignoire


1967 Claude Simon (Francia, 1913-2005) por Histoire


1972 Maurice Clavel (Francia, 1920-1979) por Le Tiers des étoiles


1978 Georges Perec (1936-1982) por La vida: instruciones de uso



1983 Jean Echenoz (Francia, 1947) por Cherokee


1985 Michel Braudeau (Francia, 1946) por Naissance d’une passion



1988 Christiane Rochefort (Francia, 1917-1998) por La Porte du fond



1999 Christian Oster (Francia, 1949) por Mon grand appartement



2005 Jean-Philippe Toussaint (Bélgica, 1957) por Fuir

Algunos ganadores en la categoría: Novela Extranjera


1982 Umberto Eco (Italia, 1932) por De naam van de roos (B. Bakker)


1987 Antonio Tabucchi (Italia, 1943) por Nocturno hindú


1988 Thomas Bernhard (Austria, 1931-1989) por Oude meesters


1989 Alvaro Mutis (Colombia, 1923) por La nieve del almirante


1993 Paul Auster (EEUU, 1947) por Leviatán


1994 Robert Schneider (Austria, 1961) por Frère sommeil


1995 Alessandro Baricco (Italia, 1958) por Tierras de cristal


1997 TC Boyle (EEUU, 1948) por America


2000 Michael Ondaatje (Canadá, 1943) por Le fantome d’Anil


2001 Antonio Skármeta (Chile, 1940) por La noce du poète


2002 Philip Roth (EEUU, 1933) por La tache


2003 Enrique Vila-Matas (España, 1948) por El mal de Montano


2004 Aharon Appelfeld (Israel, 1932) por Histoire d’une vie


2005 Orhan Pamuk (Turquía, 1952) por Nieve


Los Premios National Book

Son asignados por la National Book Foundation y es uno de los más prestigiosos que se conceden en Estados Unidos.

Algunos ganadores en la categoría: Ficción

1950 Nelson Algren (EEUU, 1909-1981) por El hombre del brazo de oro


1951 William Faulkner (EEUU, 1897-1962) por Collected Stories of…


1952 James Jones (EEUU, 1921-1977) por De aquí a la eternidad


1953 Ralph Ellison (EEUU, 1914-1994) por El hombre invisible


1954 Saul Bellow (EEUU, 1915) por Las aventuras de Augie March


1955 William Faulkner (EEUU, 1897-1962) por Una fábula


1958 John Cheever (EEUU, 1912-1982) por Crónica de los Wapshot


1959 Bernard Malamud (EEUU, 1914-1986) por El barril mágico


1960 Philip Roth (EEUU, 1933) por Adiós, Colón


1961 Conrad Richter (EEUU, 1890-1968) por The Waters of Kronos

1964 John Updike (EEUU, 1932) por El Centauro


1965 Saul Bellow (EEUU, 1915) por Herzog


1967 Bernard Malamud (EEUU, 1914-1986) por El hombre de Kiev


1969 Jerzy Kosinski (Polonia, 1933-1991) por Steps


1970 Joyce Carol Oates (EEUU, 1938) por Ellos


1971 Saul Bellow (EEUU, 1915) por El planeta de Mr. Sammler


1972 Flannery O’Connor (EEUU, 1925-1964) por Complete Stories of…


1974 Thomas Pynchon (EEUU, 1937) por El arco iris de gravedad


Isaac Bashevis Singer (EEUU, 1904-1991) por Un día placentero


1980 John Irving (EEUU, 1942) por El mundo según Garp


William Styron (EEUU, 1925) por La decisión de Sophie


1981 John Cheever (EEUU, 1912-1982) por Relatos de John Cheever


1982 John Updike (EEUU, 1932) por Conejo es rico


1985 Don DeLillo (EEUU, 1936) por White Noise


1992 Cormac McCarthy (EEUU, 1933) por Todos los caballos bellos


1993 Annie Proulx (EEUU, 1935) por The Shipping News


1994 William Gaddis (EEUU, 1922-1998) por A Frolic of His Own


1995 Philip Roth (EEUU, 1933) por Sabbath’s Theater


2000 Susan Sontag (EEUU, 1933-2004) por In America


2001 Jonathan Franzen (EEUU, 1959) por The Corrections


2002 Julia Glass (EEUU, 1956) por Three Junes


2003 Shirley Hazzard (EEUU, 1931) por The Great Fire


2004 Lily Tuck (EEUU, 1938) por The News from Paraguay

2005 William T. Vollmann (EEUU, 1959) por Europe Central

ROBERTO BOLAÑO: EL MISTERIO DE LA PISTA DE HIELO

«…en la tierra de los eunucos felices y los zombies,
la poesía no daba nada…»
Roberto Bolaño, La pista de hielo


La pista de hielo (Barcelona, seix barral, 2003,188 pp.) puede considerarse la primera novela que se conoció de Roberto Bolaño, fue originalmente publicada por Planeta en 1993; habían pasado 9 años desde la publicación de Consejos de un díscipulo de morrison a un fan
ático de Joyce que había escrito en conjunto con Antoni García Porta. Lo que hizó durante el tiempo en que nada se supo de él, no es un misterio: sobrevivió.

La novela, ya encarna en sus líneas generales el proyecto narrativo de Bolaño, y como no podría ser de otro modo es un homenaje, a la literatura y al genero de novela negra, en su versión pulp. Pero en Bolaño nada es lo que parece, su talento para subvertir las reglas del género, ya están presentes.

A Bolaño no le interesa tanto descubrir el misterio -parece hacerlo de mala gana- sino recrear el proceso de busqueda, hurgar en los motivos, contrastarlos, reconstriur biografías péridas, hacer crónicas de los fracasos, mostrar a los individuos en su más íntimo desgarró, aquel que los empuja a seguir adelante sin que ya nada importe.

Como en toda novela de género policial hay un crimen. aunque al final de la novela, bueno será preguntarse si sólo hay uno, si en realidad no estamos ante una inexorable cadena de sucesos frente a la que no hay escapatoria.

Los hechos nos son narrados desde tres puntos de vista y en general están relacionados a la construcción clandestina, en una casona abandonada (llamada con ironía El Palacio Benvingut) simbolo de la prosperidad perdida con los años, de una pista de hielo financiada con dineros públicos pero para exclusivo uso privado. La pista de Hielo no es sino símbolo del amor de un político de provincias, el gesto de sacrificio necesario para la conquista de una patinadora en decadencia.

Los personajes van completando y corrigiendo con sus versiones los sucesos, que el lector deberá ir reordenando para dotar de sentido a la búsqueda. Remo Móran, Gaspar Heredia y Enric Rosquelles, dan su testimonio, de las cosas que sucedieron, de las que recuerdan, de las que supieron luego, ellos estan vínculados de diversas maneras al crimen, ellos sin saberlo quizás pudieron haberlo impedido.

Pero la novela de Bolaño es también un espacio para otras reflexiones, la corrupción política, los transtornos que el amor puede causar en las personas, y en especial es una crónica del desarraigo y de la amistad, del como los años demuelen los sueños. De que sin importar a donde se vaya, es imposible huir de ese sentimiento de ser extranjero en todas partes que atormentó a los latinoamericanos de la generación del exilio.

Pista de hielo, es una manera además de entender que las cosas nunca son como parecen, ni como se nos cuentan, que siempre habrá alternativas por explorar, variantes que al ser utilizadas dan un nuevo sentido a las cosas, que las explicaciones si bien son necesarias, en ocasiones carecen de sentido, que la vida continúa, y no hay nada que podamos hacer al respecto.


Algunas novelas, algunos inicios como sólo Bolaño podía escribir…:

Amuleto

Ésta será una historia de terror. Será una historia policíaca, un relato de serie negra y de terror. Pero no lo parecerá. No lo parecerá porque soy yo la que lo cuenta. Soy yo la que habla y por eso no lo parecerá. Pero en el fondo es la historia de un crimen atroz.

Estrella distante
«La primera vez que vi a Carlos Wieder fue en 1971 o tal vez en 1972, cuando Salvador Allende era presidente de Chile.Entonces se hacía llamar Alberto Ruiz-Tagle y a veces iba al taller de poesía de Juan Stein, en Concepción, la llamada capital del Sur. No puedo decir que lo conociera bien. Lo veía una vez a la semana, dos veces, cuando iba al taller. No hablaba demasiado. Yo sí. La mayoría de los que íbamos hablábamos mucho: no sólo de poesía, sino de política, de viajes (que por entonces ninguno imaginaba que iban a ser lo que después fueron), de pintura, de arquitectura, de fotografía, de revolución y lucha armada; la lucha armada que nos iba a traer una nueva vida y una nueva época, pero que para la mayoría de nosotros era como un sueño o, más apropiadamente, como la llave que nos abriría la puerta de los sueños, los únicos por los cuales merecía la pena vivir…»

2666
«…La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Archimboldi fue en la Navidad de 1980, en París, en donde cursaba estudios universitarios de literatura alemana, a la edad de diecinueve años. El libro en cuestión era D’Arsonval. El joven Pelletier ignoraba entonces que esa novela era parte de una trilogía (compuesta por El jardín, de tema inglés, La máscara de cuero, de tema polaco, así como D’Arsonval era, evidentemente, de tema francés), pero esa ignorancia o ese vacío o esa dejadez bibliográfica, que sólo podía ser achacada a su extrema juventud, no restó un ápice del deslumbramiento y de la admiración que le produjo la novela…»

La Pista de hielo
«…Lo vi por primera vez en la calle Bucareli, en México, es decir en la adolescencia, en la zona borrosa y vacilante que pertenecía a los poetas de hierro, una noche cargada de niebla que obligaba a los coches a circular con lentitud y que disponía a los andantes a comentar, con regocijada extrañeza, el fenómeno brumoso, tan inusual en aquellas noches mexicanas, al menos hasta donde recuerdo…»

Monsieur Pain
«El miercoles 6 de abril, al atardecer, cuando me disponía a abandonar mis habitaciones recibí un telegrama de mi joven amiga madame Reynaud solicitando mi presencia con carácter urgente para esa misma tarde ne el café Bordeaux, sito en la rue rivoli, no demasiado lejos de mi residencia y a una hora a la que aún, si me daba prisa, podía acudir con puntualidad…»

Nocturno de Chile
«Ahora me muero, pero tengo muchas cosas que decir todavía. Estaba en paz conmigo mismo. mudo y en paz. Pero de improviso surgieron las cosas. Ese joven envejecido es el culpable. Yo estaba en paz. Ahora no estoy en paz…»


Los detectives salvajes
2 de noviembre

«He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. no hubo ceremonia de iniciación. Mejor así…»

La literatura nazi en américa latina
» EDELMIRA THOMPSON DE MENDILUCE Buenos Aires, 1894 – Buenos Aires, 1993

A los quince años publicó su primer libro de poemas, A Papá, que consiguió introducirla en una discreta posición en la inmensa galería de las poetisas de la alta sociedad bonaerense. A partir de entonces fue asidua de los salones de Ximena San Diego y de Susana Lezcano Lafinur, dictadoras de la lírica y del buen gusto en ambas márgenes del Plata en los albores del siglo XX. Sus primeros poemas, como es lógico suponer, hablan de sentimientos filiales, pensamientos religiosos y jardines. Coqueteó con la idea de hacerse monja. Aprendió a montar a caballo…»

BUKOWSKI, SOLO BUKOWSKI

Charles Bukowski siempre ha sido conocido por sus relatos, sin embargo también escribía poesía, genero por el que tenía una singular apreció; muchos recuerdan en especial sus lecturas públicas, escucharlo le daba una dimensión nueva a sus palabras. Han pasado los años, y aún resulta encontrar en los poemas de Bukowski, la misma fuerza expresiva con la que fueron concebidos, la misma representación de un mundo hostil que no resulta ajena, y algunos incluso, la empatía por alguien que sabe que no puede ganar.

SIN SUEÑOS

las camareras de pelo gris
en los cafés por la noche
se rindieron,
y mientras camino por las veredas de la luz
y miro las ventanas
de las casas de las enfermeras
puedo ver que ya no es
con ellas.
veo gente sentada en los bancos de la plaza
y puedo ver por la manera
en que se sientan y miran
que se acabó.

veo gente manejando autos
y veo por la manera en que manejan sus autos
que ni aman ni son
amados
ni consideran el sexo
está todo olvidado
como una vieja película.

veo gente en las tiendas y supermercados
caminando por los pasillos
comprando cosas
y puedo ver por la manera en que
les queda la ropa y por la manera en que
caminan y por sus caras y sus ojos
que no les importa nada
y nada se preocupa
por ellos
puedo ver cien personas por día
que se rindieron
del todo

si voy al hipódromo
o a algún espectáculo deportivo
puedo ver miles
que no sienten nada por nada o
por nadie
y no reciben
ningún sentimiento.

por todas partes veo a aquellos que
no mendigan nada sino
comida, refugio y
ropa, ellos se concentran
en eso,
sin sueños.

no entiendo por qué esa gente no
desaparece
no entiendo por qué esa gente no
expira
por qué las nubes
no los asesinan
o por qué los perros
no los asesinan
o por qué las flores y los niños
no los asesinan,
no entiendo
supongo que ya están asesinados
sin embargo, no puedo acomodarme al
hecho de que existan
porque son
demasiados

cada día
cada noche
hay más de ellos
en los subtes
en los edificios
en los parques

no sienten terror
por no amar
o por no
ser amados.

tantas tantas tantas
de mis criaturas
compañeras.

UN POEMA ES UNA CIUDAD

un poema es una ciudad llena de calles y cloacas,
llena de santos, héroes, pordioseros, locos,
llena de banalidad y embriaguez,
llena de lluvia y truenos y períodos
de ahogo, un poema es una ciudad en guerra,
un poema es una ciudad preguntando por qué a un reloj,
un poema es una ciudad ardiendo,
un poema es una ciudad bajo las armas
sus barberías llenas de borrachos cínicos,
un poema es una ciudad donde Dios cabalga desnudo
por las calles como Lady Godiva,
donde los perros ladran en la noche y persiguen
la bandera; un poema es una ciudad de poetas,
muchos de ellos muy similares
y envidiosos y amargados…
un poema es esta ciudad ahora,
a 50 millas de ninguna parte
a las 9:09 de la mañana,
el sabor a licor y cigarrillos,
sin policía, sin amantes, caminando en las calles,
este poema, esta ciudad, cerrando sus puertas,
fortificada, casi vacía,
enlutada sin lágrimas, envejecida sin pena,
las montañas rocosas,
el océano como una llama de lavanda,
una luna carente de grandeza,
una leve música de ventanas rotas…
un poema es una ciudad, un poema es una nación,
un poema es el mundo…
y ahora pongo esto bajo el cristal
para el loco escrutinio del editor
y la noche está en cualquier lado
y lánguidas damas grises se alinean
el perro sigue al perro al estuario
las trompetas anuncian los patíbulos
mientras los hombrecillos deliran sobre cosas
que no pueden hacer.

TODO

Los muertos no necesitan
aspirina o
tristeza
supongo, pero quizás necesitan
lluvia,
zapatos no
pero un lugar donde
caminar,
cigarrillos no,
nos dicen,
pero un lugar donde
arder.

O nos dicen:
Espacio y un lugar para
volar,
da
igual.

Los muertos no me
necesitan.

Ni los
vivos.

Pero quizás los muertos se necesitan
unos a
otros.

En realidad, quizás necesitan
todo lo que nosotros
necesitamos
y
necesitamos tanto
Si sólo supiéramos
qué
es.
probablemente
es
todo
y probablemente
todos nosotros moriremos
tratando de
conseguirlo
o moriremos
porque no
lo
conseguimos.
Espero que
cuando yo este muerto
comprendáis
que conseguí
tanto
como
pude.