Conociendo a HORNBY…

…una breve muestra de las cosas que piensan sobre el, y de las cosas que piensa él sobre el escritor que es y sobre las cosas que escribre:

Cosa de Varones (reseña publicada en página 12)

Fabulador de lo cotidiano (entrevista aparecida en el Pais)

High fidelity (reseña aparecida en Topwriter corner)

Nick Hornby’s Funny Folk-Pop (entrevista concedida a Powells.com)

Biografia (cortesía del British Council Arts)

Primeras personas, lugares comunes (reseña de Rodrigo Fresan)

¿Porque los escritores no son siempre los mismos?

“…era un anécdota bastante aburrida, pero cuando se la conté por primera vez se le antojó interesante sólo por su inacabable fascinación por absolutamente todo lo que hubiera podido sucederme antes de conocerle…”

Nick Hornby, Cómo ser buenos

El no poder terminar de escuchar una canción, o no poder llegar a la frase final de un libro por el sencillo método de leer todas las que fueron escritas con anterioridad, me genera un gran desasosiego, de algún modo una sensación de fracaso me embarga durante días, y eso me ha vuelto a pasar.

Compre el libro de Nick Hornby, Cómo ser buenos (Anagrama, Barcelona, 2002, 330 pp.) hace algunos meses, y durante un tiempo me negué a leerlo aduciendo que no tenía el tiempo necesario para dedicarle. Sin embargo luego de un mes de pasearlo conmigo de un lado a otro, hoy he tenido que enfrentar a la altura de la página 275, que me es imposible continuar leyéndolo, que nada de lo que se cuenta en la novela en realidad me importa, y que a diferencia de lo que esperaba, en esta novela no había sitio para el buen humor.

En ocasiones los lectores construimos geografías especiales, en las que vamos ubicando las cosas que nos gustan, las que disfrutamos, las que nos desagradan y las que francamente detestamos. Por eso sentimos empatía con la revolución en contra de la sopa encabezada por Mafalda, o algunos otros añoran el cine de Visconti.

Nos gusta ordenar las cosas, en los cómodos estantes del me gusta y no me gusta, porque preferimos no hacer mayores esfuerzos por comprender cual es nuestra verdadera relación frente a las cosas que nos suceden, las que vemos, las encontramos, las que nos son contadas, sin embargo ese ejercicio a veces esconde el insondable abismo de lo inclasificable.

¿Es mala la novela, no la entiendo, no soy el lector que necesita el texto, o simple y llanamente no me gusta y no me atrevo decirlo? Me he andado preguntando eso toda la mañana. Y no voy a aventurar una respuesta de ese tipo. Solo diré que no es el libro que esperaba, pareciera ser escrita por un escritor distinto, por un Hornby que nació en algún otro lugar, que luce igual al que yo conozco, que no tiene un ápice de gracias, que se hace demasiadas preguntas trascendentales, que por momentos parece ser, pero que en definitiva no es el mismo,

Mientras que en Fiebre en las Gradas (en la actualidad una versión cinematográfica sin mayor gracia, en la que la pasión por el fútbol se traduce en la pasión por el béisbol) un fanático del Arsenal, relata sus peripecias para poder relacionarse con el sexo opuesto y en general con todo su entornó social; en Alta fidelidad un fanático de la música, hace un balance de su vida en base a elaborar un ranking por cada cosa significativa que le sucede, creando a través de géneros como el pop y el rock, una gran cartografía sentimental, que le permite encontrar respuestas en su búsqueda por la redención y por superar el abandono de su novia; por el contrario, en Cómo ser buenos, no hay nada de eso, ni buen humor, ni ironías, ni alusiones constantes a la cultura pop con las que el que menos podría identificarse, no hay siquiera una banda sonora atrayente, apenas un pálida referencia al grupo francés Air, de quienes uno de los personajes dice sin mayor convicción “…tocan sobre todo temas instrumentales de esos que dan la sensación de que donde mejor tienen que sonar es en los ascensores…”.

La novela no se trata ya de alguna relación post adolescente, o de aquel espacio difícilmente demarcable de los alérgicos al compromiso que pueblan el imaginario de Hornby, sino de una pareja de esposos es crisis, y de la relación de estos con un gurú (cuyos poderes son producto del abuso de las drogas) que nunca termina por ser creíble, y claro por la pregunta constante de Katie Karr, a través de quien nos es contada la historia, sobre la esencia de bondad de los seres humanos, o sobre las cosas que deben hacerse para ser considerados buenos, o sobre alguna cosa así que el narrador quiso transmitir con tan mala fortuna, que apenas se escucha un eco, en el que se adivinan muchas preguntas, pero ninguna respuesta.