Truman Capote escribe,

«…Empece a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese (…) sólo me interesaban cuatro cosas: leer, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse…»

«…Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigue la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal…»

«…quería realizar una novela periodística, algo a gran escala que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmidiatez del cine, la hondura y libertad de la prosa, y la precisión de la poesía. No fue hasta 1959 cuando un misterioso instinto me orientó hacia el tema (…) y en 1966 pude publicar el resultado, A sangre fría…»

«…Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme seis años vagando a través de las llanuras de Kansas; otros rechazaron de plano mi concepción de la «novela real», declarándola indigna de un escritor «serio»; Norman Mailer la definió como un «fracaso de la imaginación», queriendo decir, supongo, que una noveladebería inspirarse en lo imaginario y no en lo real…»

Truman Capote, Música para camaleones

Lo que no vemos, no existe: espiando a Capote

Son sólo algunos segundos, casí es imposible oir lo que dice, pero el esta allí, su presencia es ineludible, ¿que intenta reflejar su mirada? ¿esta realmente fascinado por lo que pasa a su alrededor? ¿o es sólo su forma de mimetizarse para que nadie repare en el mientras el los observa?

No estoy seguro. Truman Capote esta allí y eso es lo único que importa.

GERALD CLARKE: MIRANDO A CAPOTE


«…Nunca me acostumbraré a nada. todos los que se acostumbran,
es como si estuvieran muertos…»
Truman Capote,
Desayuno es Tiffany´s

Truman esta mirando la cámara y como es su costumbre no sonríe. Todo a su alrederor parece estar en ruinas, afectado por el transcurso de tiempo. Es una vieja casa, todo esta rodeado de maleza, y el esta sentado en medio de la nada.

No tengo idea donde ni cuando haya sido tomada la foto, aunque por la expresión grabada en su rostro una mueca de hartazgo, una pisca de ironía, un sedimento de desden, podría adivinar que está cerca del fin.

Es esa expresión lo primero que captó mi atención, el libro estaba perdido en medio de novelitas políciaca
s, y esas sagas amorosas que por inentelegibles nunca parecen tener fin.

Setencientos treinta y cincoginas escritas con pasión, desde las cercanías y a través de las cuales uno puede hacer un viaje imaginario a un sin número de periplos de Capote. Desde su accidentada infancia, hasta los díficiles tiempos que enfrentó cuando la escrituta de A sangre fría, parecía llevarse casí toda su vida en el esfuerzo.

Truman Capote, La biografía (Barcelona, Ediciones b, 1996) la valiosísima biografía de Gerald Clarke, ha sido reeditada, aprovechando el éxito de la película; por una decisión editorial inexplicable, ya no está la fotografía de Truman en la portada, a pesar de todo, aún vale la pena darle una mirada y por algunas horas, dejar que Clarke, nos introduzca al facinante mundo de uno de los últimos genios del siglo pasado.

CAPOTE: LA INOCENCIA

Si algo tenía claro Truman Capote, era que tenía el talento suficiente para contarle lo que quisiera a quien quisiera, y que siempre pareciera verdad. Entrenado en el arte de decir las cosas más hirientes con la más asombrosa naturalidad, no es de sorprender que combinará ambas habilidades en gran parte de su obra, y que esto se hiciera más descarnado con el paso de los años y el deterioró progresivo de sus facultades.

Quizás su mejor historia sea «Plegarias Atendidas», no el libro que la crítica pretendidó silenciar con el sencillo recurso de evitar referirse a él, sino aquél q
ue le vendió a sus editores y por el cual consiguió una adelantó de U$ 250,000.00 dólares sin haber escrito una sóla línea, pero del que durante sus últimos años, acostumbraba citar capítulos enteros a quienes quisieran escucharlo, revolucionaria nuevamente la literatura solía decir, reinventaría las reglas del roman a clef confesaba a otros.

Finalmente el libro brillante que sería una respuesta a Proust, jamás pudo ser encontrado, por el contrarió los editores tuvieron que conformarse con un conjunto de papeles signados por la maledicencia y la ironía, irregulares, inconexos, pero que firmados por Capote pudieron ser vendidos; sobre que escribió allí Capote, aquí una muestra:

  1. «…Faulkner, a veces buscando lolitas, pero por lo general serio y cortés bajo el doble peso de una nobleza incierta y una resaca de Jack Daniel`s…»

  2. «…Por aquella època, el Pont Royal tenìa un barecito en los sòtanos que era el bebedero de los traseros gordos de la haute Bohème. Sartre, el estràbico y pàlido fumador de pipa, asì como su amante solterona De Beauvoir, se quedaban apuntalados en una esquina como dos muñecos de ventrìlocuo abandonados. con frecuencia veìa por allì, nunca sobrio, a Koestler, un enano agresivo con los puños sueltos…»
  3. «…si un escritorzuelo inèdito y en la miseria, que es lo que era Beckett en el momento de la liason, se hecha como amante a una heredera del cobre, americana y fea, no lo hace sin pensar en algo màs que el amor…»

  4. «…Oona tenìa un novio misterioso, un chico judio con una madre en Park Avenue, Jerry Salinger. Querìa ser escritor, y le escribiò a Oona cartas de diez pàginas mientras estuvo en el ejèrcito, en ultramar. Eran una especie de cartas de amor, muy tiernas, tiernìsimas. Lo cual es demasiada ternura. Oona solìa leèrmelas y cuando me preguntò què pensaba, le dije que a mì me parecìa que debìa ser un chico que lloraba con mucha facilidad. Pero lo que querìa saber era si yo pensaba que era alguien brillante y con talento, o nada màs un imbècil. Y yo dije que las dos cosas, ese chico es la dos cosas, y unos años màs tarde, cuando leì El guardìan entre el centeno y me enterè que el autor era el Jerry de Oona, seguì manteniendo la misma opiniòn.
  5. «Beaton: Lo que màs me duele de hacerme viejo es que descubro que se me encojen las partes.

La Garbo, tras una melancòlica pausa: ¡Ay!, ojalà pudiera decir lo mismo…»

Y PODRIA LLAMARSE AMOR…


«…las mujeres cuando hablan, nunca quieren decir nada,…hablan por hablar…»
William Faulkner, Luz de agosto

«…las mujeres son como las moscas: se posan en azucar o en mierda..»

Truman Capote, Música para Camaleones

«…y sus muslos olían como una pradera de anfetaminas…»
Enrique Verástegui, Monte de goce

«…toda dependencia causa ansiedad, porque uno vive a través de otro y tiene miedo de perderlo…»
Anais Nin, Diario IV

«…los matrimonios, los ligues de una noche, le habían convencido de que el acto sexual no valía lo que la mujer exigía a cambio…»

Charles Bukowski, La Máquina de follar

«…el alcohol es como el amor…el primer beso es magia; el segundo, intimidad; el tercero, rutina. Después de esto lo que hacemos es devestir a la muchacha…»

Raymond chandler, EL largo adios

«… el erotismo es como en el baile siempre hay uno que lleva a otro…»

Milan Kundera, La inmortalidad

«…si te separas de tu amante, te arriesgas ¡ay¡ a ser engañando dos o tres veces al día…»

Stendhal, Rojo y Negro

«…si se enamora de veras, no deje adivinar sus sentimientos, ocúltelos como un tesoro, porque, de verdugo, se convertirá usted e víctima, no lo dude…»

Honore de Balzac, Papa Goriot

«…la amistad empezaba sobre las bases más seguros, las de las diferencias y los disconformismos…»

Julio Cortazar, Los Premios

«…el amor, como la sifilis, también conduce a la locura y a la muerte…»

Guillermo Cabrera Infante, La Habana para un Infante difunto

«…todas las parejas humanas, todas las amistades están motivadas por el miedo...»

Juan Carlos Onetti, Junta Cadáveres

«…la soledad en pareja es un infierno consentido…»

Michel Houellebecq, La posibilidad de una isla

«…entrar a la vida por el camino de la vagina es entrar por un camino tan bueno como cualquier otro. Si uno entra en ella bastante profundamente y permanece allí el tiempo necesario, encontrará lo que busca. Pero uno ha de entrar con alma y corazón…dejando afuera sus bártulos…»
Henry Miller, El mundo del sexo