Juan Marsé un homenaje

Este es un homenaje que encontre en la red a ese portento de escritor que es Juan Marsé que como pocos ha sabido bucear en una españa que muchos quisieran olvidar, y que desde su mirada lùcida y en ocasiones «inocente» retrata un mundo que se fue es cierto, pero que habrìa que tener presente, a veces la historia nos suele regalar los mismos errores màs deuna vez.

El año que termina y una novela para no olvidar….

Sin ninguna razón aparente, quizàs sòlo por melancolìa, hoy he recordado de sùbito una de esas novelas que se nos quedan para toda la vida, aunque la leì hace màs de diez años, y claro era otro lector, el personaje del Pijoaparte, y la Barcelona de «Ultimas Tardes con Teresa» son una combinaciòn de sensaciones dificiles de olvidar.

Quizàs eso diferencia a las novelas memorables del resto, en ellas siempre habrà una historia y un personaje que trasciende de la simple lectura y en ocasiones se convierte en un santo y seña, en un oculto gesto de complicidad; quizàs por eso mientras cruzaba por la ciudad, pensaba en que otro lugar me gustarìa estar, y sin proponermelo la novela de Marsè se convirtiò en un buen motivo para creer por un rato que la vida esta en otra parte.

Algunas de estas y algunas otras primeras líneas de novelas escritas en español


«Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
Y la tristeza visitándolos en los manicomios»
Enrique Verastegui, Salmo

Hay quienes dicen poder medir el desarrollo de las novelas en la primera línea, rastrear a través de unas cuantas palabras, de las primeras palabras: el tono, la armonía, la velocidad.


Hay quienes simplemente necesitan, desde la primera línea un aliciente para seguir leyendo, para encontrar las preguntas que lo hagan preso de las respuestas.

Hoy son 16, y seguro dirán que pudieron ser menos, que pudieron ser otras, pero en este caso son novelas que leí por más de una razón, y que por muchas más no he podido olvidar; no diría que son los mejores inicios, pero sí que son los que más llamaron mi atención como lector.

Alguno se preguntará donde están los del boom? No están. No porque no los haya disfrutado, sino que hacer una selección de sus novelas ameritaría un post distinto al que pensé cuando estuve revolviendo libros en mi biblioteca, así que preferí estos, para compartirlos, para no olvidarlos, para seguir leyéndolos.


Lo vi por primera vez en la calle Bucareli, en México, es decir en la adolescencia, en la zona borrosa y vacilante que pertenecía a los poetas de hierro, una noche cargada de niebla que obligaba a los coches a circular con lentitud y que disponía a los andantes a comentar, con regocijada extrañeza, el fenómeno brumoso, tan inusual en aquellas noches mexicanas, al menos hasta donde recuerdo.
Roberto bolaño, La Pista de hielo


Aquel pedazo de azotea era el más puerco de todo el edificio.
Pedro Juan Gutierrez, El Rey de la Habana

Caminan lentamente sobre un lecho de confeti y serpentinas, una noche estrellada de septiembre, a lo largo de la desierta calle adornada con un techo de guirnaldas, papeles de colores y farolillos rotos: última noche de Fiesta Mayor (el confeti del adiós, el vals de las velas) en un barrio popular y suburbano, las cuatro de la madrugada, todo ha terminado.
Juan Marsé, últimas tardes con teresa

No sé si contaros mis sueños.
Javier Marías, el hombre sentimental

En todo momento supe que lo que hacía era horroroso, pero lo hice.
Mempo Giardinelli, El décimo infierno

Los llaman los mellizos porque son inseparables.
Ricardo Piglia, Plata Quemada

RESOPLANDO y lustroso, perniabierto sobre los saltos del vagón en el ramal de Enduro, Junta caminó por el pasillo para agregarse al grupo de tres mujeres, algunos kilómetros antes de que el tren llegara a Santa María.
Juan Carlos Onetti, Juntacadáveres


Yo pensaba morirme en el invierno de 1987.
Reinaldo Arenas, Antes que anochezca

ESTA CLARO: SOY UN EXTRA en mi propia vida.

Alberto Fuguet, Por Favor, Rebobinar

Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa.
Enrique Vila – Matas, Bartebly y Compañía

El punto cruz hecho con hilo marrón sobre tela de lino color crudo, por eso te quedó tan lindo el mantel.
Manuel Puig, La traición de Rita Hayworth

SI SE VUELVEN ahora, recatadas la vuelta y la mirada, la verán esperar sentada, una calma o la sombra de una calma atravesándola.
Luis Rafael Sánchez, La guaracha del macho camacho

Habían pasado casi dos años desde la última vez que vi a Santiago Biralbo, pero cuando volví a encontrarme con él, a medianoche, en la barra del Metropolitano, hubo en nuestro mutuo saludo la misma falta de énfasis que si hubiéramos estado bebiendo juntos la noche anterior, no en Madrid, sino en San Sebastián, en el bar de floro Bloom, donde el había estado tocando durante una larga temporada.
Antonio Muñoz Molina, El invierno en Lisboa

UNA VEZ MÁS, el general Juan Perón soñó que caminaba hasta la entrada del Polo sur y que una jauría de mujeres no lo dejaba pasar.
Tomás Eloy Martínez, La novela de Perón

Nunca pude entender la mímica.
César Aira, La Serpiente

Conducía un camión lleno de dinamita por la Plaza Roja cuando se dio cuenta de que ya no había nada que hacer allí.
Ray loriga, Héroes