http://youtube.com/v/Bomv-6CJSfM
Para soportar mi madrugada de insomnio repaso algunos videos de AC DC, me quedo con este, coritos, una guitarra que lleva el ritmo de los cambio y una voz insustituible.
http://youtube.com/v/Bomv-6CJSfM
Para soportar mi madrugada de insomnio repaso algunos videos de AC DC, me quedo con este, coritos, una guitarra que lleva el ritmo de los cambio y una voz insustituible.
http://youtube.com/v/DZYkzuuKdp0
Obama ya investido como candidato graba este video para uno de los principales soportes de su campaña, la red, y los cientos de personas comprometidas con el exito que ha obtenido hasta ahora.
Ls toma de posicion en asuntos como la guerra de irak, la politica interna, su posición contra el terrorismo global, Osamaba Bin Laden entre otros temas, lo presentan ya como el estadista que desafiará la historia, no sólo por sus origenes, sino por lo que simboliza: el cambio.
http://youtube.com/v/RsWpvkLCvu4
Me divierte ver a Ellen por las noches, además de su especial gusto por bailar, siempre encuentra la manera se ser divertidamente politicamente incorrecta.
En este video que data de la campaña de nominación Barack Obama aparece en el programa de Ellen para demostrar que no sólo es un orador sobresaliente, sino que tiene suficiente capacidad para reirse consigo mismo en situaciones complicadas para los políticos, el exito de una presentación o el ridiculo absoluto.
Por las novelistas de encargo, por lo general, es muy poco lo que se puede esperar recibir, por lo general tenemos a un escritor o al agente de este inventando un premio, una excepcion contractual o un permiso para publicar en una editorial distinta y un poco eso era el proyecto año 0 de Mondadori que logrò reunir a un interesante grupo de escritores, en teoria para escribir sobre ciudades.
Una novelita Lumpen esta ambientada, bueno por lo menos esa era la idea de los editores en la ciudad de Roma, Italia, Bolaño deberìa crear este proyecto de ficciòn a partir de sus percepciones sobre la ciudad, y bueno las cosas nunca resultan como se planean y meno con Bolañó.
Si alguien esperaba una suerte de guía turìstica ficcional o un recorrido a los lugares caros al autor del texto, pues nada de esto se encontrarà aquì y aunque es una novela menor y escrita por las razones ya expuestas, Bolaño en su mejor momento creativo suelta algunas lìneas narrativas a la de dios y le es suficiente para este desencantado retrato de un descenso al infierno que nunca llegamos a presenciar en su angulo màs extremo, sòlo referencias, alusiones, promesas.
La novela comienza prometiendo algo que el narrador nunca cumple, Bianca, el personaje principal califica su pasado, pero su propia narraciòn esta tan llena de lagunas que el final de la novela, ha sido un simple viaje del que nos hemos perdido la mayor parte, simplemente porque el narrador evita exprofesamente contar todo lo que podrìa.
«…Ahora soy una madre y también una mujer casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana…»
Y claro la novela esta llena de descripciones internas, tanto del mundo interior de la narradora como de las acciones que la van empujando hacia el descenlace que es tan simple como una mudanza, un cambio en la vida del personaje principal, ¿y de Roma? nada en absoluto, lo que parece una chiste privado del autor.
Quizàs por eso la contraportada no revela ni ofrece nada, porque en realidad los editores deben haberse llevado una sorpresa ante el texto final, tenìa la firma de Bolaño, es cierto y en la novela podemos reconocer algo de su particular arte narrativa, pero nada màs, esta es una novela para coleccionistas y lectores incondicionales de Bolaño, si la pasas de largo en el estante de algùn supermercado, no desesperes, no hay nada en ella que podrìa haber cambiado tu visiòn del ejercicio literario y quizàs esa fue la intenciòn final del autor.
Otras lecturas:
LAS DOBLES LECTURAS DE BOLAÑO, Una novelita lumpen. Por Luis Iñigo-Madrigal
CRITICA.CLUna novelita lumpen, de Roberto Bolaño. El lamento de Portnoy
Por Néstor Perlongher
1.Conocí a Evita en un hotel del bajo, ¡hace ya tantos años! Yo vivía, bueno, vivía, estaba con un marinero negro que me había levantado yirando por el puerto. Esa noche, recuerdo, era verano, febrero quizás, hacía mucho calor. Yo trabajaba en un bar nocturno, atendiendo la caja hasta las tres de la mañana. Pero esa noche justo me peleé, con la Lelé, ay la Lelé, una marica envidiosa que me quería sacar todos los tipos. Estábamos agarrándonos de las mechas detrás del mostrador y justo apareció el patrón: «Tres días de suspensión, por bochinchera». Qué me importaba, rapidito me volví para la pieza, abro… y me la encuentro a ella, con el negro. Claro, en el primer momento me indigné, además ya venía engranada de pelearme con la otra y casi me le tiro encima sin mirarla siquiera, pero el negro –dulcísimo– me dirigió una mirada toda sensual y me dijo algo así como: «Veníte que para vos también alcanza». Bueno, en realidad, no mentía, con el negro era yo la que abandonaba por cansancio, pero en el primer momento, qué sé yo, los celos, el hogar, la cosa que le dije: «Bueno, está bien, pero ésta ¿quién es?». El negro se mordió un labio porque vio que yo había entrado en la sofocación, y a mí, en esa época, cuando me venía una rabieta era terrible –ahora no tanto, estoy, no sé, más armoniosa–. Pero en ese tiempo era lo que podía decirse una marica mala, de temer. Ella me contestó, mirándome a los ojos (hasta ese momento tenía la cabeza metida entre las piernas del morocho y, claro, estaba en la penumbra, muy bien no la había visto): «¿Cómo? ¿No me conocés? Soy Evita». «¿Evita?»–dije, yo no lo podía creer– . «¿Evita, vos?» –y le prendí la lámpara en la cara. Y era ella nomás, inconfundible con esa piel brillosa, brillosa, y las manchitas del cáncer por abajo, que –la verdad– no le quedaban nada mal. Yo me quedé como muda, pero claro, no era cosa de aparecer como una bruta que se desconcierta ante cualquier visita inesperada. «Evita, querida» –ay, pensaba yo–»¿no querés un poco de cointreau?» (porque yo sabía que a ella le encantaban las bebidas finas). «No te molestes, querida, ahora tenemos otras cosas que hacer, ¿no te parece?» «Ay, pero esperá», le dije yo, «contame de dónde se conocen, por lo menos». «De hace mucho, preciosa, de hace mucho, casi como del África» (después Jimmy me contó que se habían conocido hacía una hora, pero son matices que no hacen a la personalidad de ella. ¡Era tan hermosa!) «¿Querés que te cuente cómo fue?» Yo ansiosa, total igual tenía el encame asegurado: «Sí, sí, ay Evita, ¿no querés un cigarrillo?», pero me quedé con las ganas para siempre de enterarme de esa mentira (o me habrá mentido el negro, nunca lo supe) porque Jimmy se pudrió de tanta charla y dijo: «Bueno, basta», le agarró la cabeza –ese rodete todo deshecho que tenía– y se la puso entre las piernas. La verdad es que no sé si me acuerdo más de ella o de él, bueno, yo soy tan puta, pero de él no voy a hablar hoy, lo único que el negro ese día estaba tan gozoso que me hizo gritar como una puerca, me llenó de chupones, en fin. Después al otro día ella se quedó a desayunar y mientras Jimmy salió a comprar facturas, ella me dijo que era muy feliz, y si no quería acompañarla al Cielo, que estaba lleno de negros y rubios y muchachos así. Yo mucho no se lo creí, porque si fuera cierto, para qué iba a venir a buscarlos nada menos que a la calle Reconquista, no les parece… pero no le dije nada, para qué; le dije que no, que por el momento estaba bien, así, con Jimmy (hoy hubiera dicho «agotar la experiencia», pero en esa época no se usaba), y que, cualquier cosa, me llamara por teléfono, porque con los marineros, viste, nunca se sabe. Con los generales tampoco, me acuerdo que dijo ella, y estaba un poco triste. Después tomamos la leche y se fue. De recuerdo me dejó un pañuelito, que guardé algunos años: estaba bordado en hilo de oro, pero después alguien, no supe nunca quién, se lo llevó (han pasado tantos, tantos). El pañuelito decía Evita y tenía dibujado un barco. ¿El recuerdo más vivo? Bueno, ella, tenía las uñas largas muy pintadas de verde –que en ese tiempo era un color muy raro para uñas– y se las cortó, se las cortó para que el pedazo inmenso que tenía el marinero me entrara más y más, y ella entretanto le mordía las tetillas y gozaba, así de esa manera era como más gozaba.
2.
Estábamos en la casa donde nos juntábamos para quemar, y el tipo que traía la droga ese día se apareció con una mujer de unos 38 años, rubia, un poco con aires de estar muy reventada, recargada de maquillaje, con rodete… Yo le veía cara conocida y supongo que los otros también, pero era un poco bobo, andaba con Jaime que se estaba picando con Instilasa y yo le tenía la goma, se lo comenté en voz baja y él me dijo algo así como: «cortála loco sabés que sí». Con los ojos en blanco, parecía hacerlo de modo impersonal. Nos sentamos todos en el piso y ella empezó a sacar joints y joints, el flaco de la droga le metía la mano por las tetas y ella se retorcía como una víbora. Después quiso que la picaran en el cuello, los dos se revolcaban por el piso y los demás mirábamos. Jaime apenas me daba un beso largo, muy suave, para eso sí que era genial, porque dos pendejos repálidos se rayaron totalmente entre lo gay y la vieja y se fueron. Pero estaban los blues en la puerta y a los cinco minutos se aparecieron todos con el subcomisario inclusive, chau loco, acá perdimos, menos mal que no había ningún menor porque Jaime había cumplido los 18 la semana pasada, pero igual loco, le habíamos pedido el rouge a Evita y estábamos casi todos pintados como puertas tipo Alice Cooper. Los azules entraron muy decididos, el comi adelante y los agentes atrás, el flaco que andaba con un bolsón lleno de pot le dijo: «Un momento, sargento» pero el cana le dio un empujón brutal, entonces ella, que era la única mujer, se acomodó el bretel de la solera y se alzó: «Pero pedazo de animal, ¿cómo vas a llevar presa a Evita?» El ofiche pálido, los dos agentes sacaron las pistolas, pero el comi les hizo un gesto que se volvieran a la puerta y se quedaran en el molde. «No, que oigan, que oigan todos –dijo la yegua– , ahora me querés meter en cana cuando hace 22 años, sí, o 23, yo misma te llevé la bicicleta a tu casa para el pibe, y vos eras un pobre conscripto de la cana, pelotudo, y si no me querés creer, si te querés hacer el que no te acordás, yo sé lo que son las pruebas». (Chau, fue un delirio increíble, le rasgó la camisa al cana a la altura del hombro y le descubrió una verruga roja gorda como una frutilla y se la empezó a chupar, el taquero se revolvía como una puta, y los otros dos que estaban en la puerta fichando primero se cagaban de risa, pero después se empezaron a llenar de pavor porque se dieron cuenta de que sí, que la mina era Evita). Yo aproveché para chuparle la pija a Jaime delante de los canas que no sabían qué hacer, ni dónde meterse: de pronto el flaco del trafic entró en el circo y se puso a gritar: «Compañeros, compañeros, quieren llevar presa a Evita» por el pasillo. La gente de las otras piezas empezó a asomarse para verla, y una vieja salió gritando: «Evita, Evita vino desde el cielo». La cosa es que los canas se las tomaron, largaron a los dos pendejos que encima se hacían muy los chetos, y ella se fue caminando muy tranquila con el flaco, diciéndole a la gente que estaba en el patio primero y después en la puerta: «Grasitas, grasitas míos, Evita lo vigila todo, Evita va a volver por este barrio y por todos los barrios para que no les hagan nada a sus descamisados». Chau loco, hasta los viejos lloraban, algunos se le querían acercar, pero ella les decía: «Ahora debo irme, debo volver al cielo» decía Evita. Nosotros nos quedamos quemando un poco más y ya nos íbamos, entonces algunas tipas nos hicieron pasar a las habitaciones para que les contáramos –las mismas que hasta hacía una hora nos habían hecho una guerra que no podía ser–. Jaime y yo les hicimos toda una historieta: ella decía que había que drogarse porque se era muy infeliz, y chau, loco, si te quedabas down era imbancable. Claro, la gente no nos entendía, pero como no estábamos haciendo laburo de base sino sólo public relations para tener un lugar no pálido donde tripear, no nos importaba. Estábamos relocos y las viejas déle coparse con el llanto, nosotros les pedimos que ese bajón de anfeta lo cortaran, sí, total, Evita iba a volver: había ido a hacer un rescate y ya venía, ella quería repartirle un lote de marihuana a cada pobre para que todos los humildes andaran superbien, y nadie se comiera una pálida más, loco, ni un bife.
3.
Si te digo dónde la vi la primera vez, te mentiría. No me debe haber causado ninguna impresión especial, la flaca era una flaca entre las tantas que iban al depto de Viamonte, todas amigas de un marica joven que las tenía ahí, medio en bolas, para que a los guachos se nos parara pronto. La cosa es que todos –y todas– sabían dónde podían encontrarnos, en el snack de Independencia y Entre Ríos. Allí el putito Alex nos mandaba, cada vez que podía, viejos y viejas, que nos adornaban con un par de palos, así después a él le hacíamos gratis el favor y no le andábamos afanando el grabador o las pilchas. De ésa me acuerdo por cómo se acercó, en un Carabela negro manejado por un mariconcito rubio, que yo ya me lo había garchado una vez en el Rosemarie. Con las pibas estábamos haciendo pinta junto al puesto de flores, así que me llamó aparte y me dijo: «Tengo una mina para vos, está en el coche.» La cosa era conmigo, nomás. Subí.
«Me llamo Evita, ¿y vos?» «Chiche», le contesté. «Seguro que no sos un travesti, preciosura. A ver, ¿Evita qué?». «Eva Duarte», me dijo «y por favor, no seas insolente o te bajás». «¿Bajarme?, ¿bajárseme a mí?», le susurré en la oreja mientras me acariciaba el bulto. «Dejáme tocarte la conchita, a ver si es cierto». ¡Hubieras visto cómo se excitaba cuando le metí el dedo bajo la trusa!
Así que fuimos al hotel de ella; el putito quiso ver mientras me duchaba y ella se tiraba en la cama. También, con el pedazo que tengo, hacen cola para mirarlo nomás. Ella era una puta ladina, la chupaba como los dioses. Con tres polvachos la dejé hecha y guardé el cuarto para el marica, que, la verdad, se lo merecía. La mina era una mujer, mujer. Tenía una voz cascada, sensual, como de locutora. Me pidió que volviera, si precisaba algo. Le contesté no, gracias. En la pieza había como un olor a muerta que no me gustó nada. Cuando se descuidó abrí un estuche y le afané un collar. Para mí que el puto Francis se dio cuenta, pero no dijo nada. Cuando me lo terminé de garchar me dijo, con la boca chorreando leche: «Todos los machos del país te envidiarían, chiquito; te acabás de coger a Eva». Ni dos días habían pasado cuando llego a casa y me encuentro a la vieja llorando en la cocina, rodeada por dos canas de civil. «Desgraciado –me gritó–. ¿Cómo pudiste robar el collar de Evita?»
La joya estaba sobre la mesa. No la había podido reducir porque, según el Sosa, era demasiado valiosa para comprarla él y no me quería estafar. Los de Coordina no me preguntaron nada: me dieron una paliza brutal y me advirtieron que si contaba algo de lo del collar me reventaban. De esa esquina y del depto de los trolos los vagos nos borramos. Por eso los nombres que doy acá son todos falsos.
Juan manuel Robles escribe cronicas divertidas, a juntado un grupo de estas y ha conseguido armar un libro, y si me lo preguntaràn recomendaría la lectura del libro, no hay sol, asi que no puedo decir que sea una lectura de sol, arena y playa, pero bueno para eso parece estar diseñado los perfiles de una serie de personajes que ni son freak, ni representan Lima, y es quizàs eso lo que puede acharsele como demerito a Robles, todos sus personajes se muestran atrapados en su entorno, podrìan estar en london o milano, no hay nada en ellos que nos haga pensar por un momento en nuestra ciudad, el tìtulo del libro resulta gratuito, y salvo el caso de la sra. Holler y de Delgado Parker, las crònicas no se acercan ni siquiera a un perfil que permita entender la naturaleza de estos ciudadanos de discutibles mèritos que adornan las pàginas de una libro.
Hay cadáveres
Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres
En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres
En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres
En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres
En las mangas acaloradas de la mujer del pasaporte que se arroja por la
ventana del barquillo con bebito a cuestas
En el barquillero que se obliga a hacer garrapiñada
En el garrapiñero que se empana
En la pana, en la paja, ahí
Hay Cadáveres
Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa…
Hay Cadáveres
Empero, en la lingüita de ese zapato que se lía, disimuladamente, al
espejuelo, en la
correíta de esa hebilla que se corre, sin querer, en el techo, patas arriba
de ese monedero que se deshincha, como un buhón, y, sin embargo, en
esa c… que, cómo se escribía? c… de qué?, más,
Con Todo
Sobretodo
Hay Cadáveres
En el tepado de la que se despelmaza, febrilmente, en la menea de la que
se lagarta en esa yedra, inerme en el despanzurrar de la que no se abriga,
apenas, sino con un saquito, y en potiche de saquitos, y figurines
anteriores, modas pasadas como mejas muertas de las que
Hay Cadáveres
Se ven, se los despanza divisantes flotando en el pantano: en la colilla
de los pantalones que se enchastran, símilmente; en el ribete de la cola
del tapado de seda de la novia, que no
se casa
porque su novio ha………………..!
Hay Cadáveres
En ese golpe bajo, en la bajez
de esa mofleta, en el disfraz
ambiguo de ese buitre, la zeta de
esas azaleas, encendidas, en esa obscuridad
Hay Cadáveres
Está lleno: en los frasquitos de leche de chancho con que las
campesinas
agasajan sus fiolos, en los
fiordos de las portuarias y marítimas que se dejan amanecer, como
a escondidas, con la bombacha llena; en la humedad de esas bolsitas,
bolas, que se apisonan al movimiento de
de los de
Hay Cadáveres
Parece remanido: en la manea
de esos gauchos, en el pelaje de
esa tropa alzada, en los cañaverales (paja brava), en el botijo
de ese gaucho, el olor a matorra de ese juiz
Hay Cadáveres
Ay, en el quejido de esa corista que vendía ‘estrellas federales’
Uy, en el pateo de esa arpista que cogía pequeños perros invertidos,
Uau, en el peer de esa carrera cuando rumbea la cascada, con una botella
de whisky ‘Russo’ llena de vidrio en los breteles, en
ésos, tan delgados,
Hay Cadáveres
En la finura de la modistilla que atara cintas de un buraco hubiere
En la delicadeza de las manos que la manicura que electriza
las uñas salitrosas, en las mismas
cutículas que ella abre, como en una toilette;
en el tocador, tan …indeciso…, que
clava preciosamente los alfiles, en las caderas de la Reina y en los
cuadernillos de la princesa, que en el sonido de una realeza que se
derrumba, oui
Hay Cadáveres
Yes, en el estuche de alcanfor del pecho de esa
¡bonita profesora!
Ecco, en los tizones con que esa ¡bonita pro /> Verrufas, alforranas (de teflón). macanos muermos: cuando sin… acribi-
lla, acrisola, ángeles minados de peces espadas, millas acneicas, o sólo
adolescentes, doloridas del dedo de un puntapié en las várices, torreja
de ubre, percal crispado, romo clít…
Hay Cadáveres
En el país donde se juega el molinero
En el estado donde el carnicero vende sus lomos, al contado, y donde
todas las Ocupaciones tienen nombre…
En las regiones donde una piruja voltea su zorrito de banlon, la hueles
desde lejos, desde antaño
Hay Cadáveres
En la provincia donde no se dice la verdad
En los locales donde no se cuenta una mentira
¡ªEsto no sale de acᡪ
En los meaderos de borrachos donde aparece una pústula roja en la
bragueta del que orina ¡ªesto no va a parar aquí¡ª, contra los
azulejos, en el vano, de la 14 o de la 15, Corrientes y Esmeraldas,
Hay Cadáveres
Y se convierte inmediatamente en La Cautiva,
los caciques le hacen un enema,
le abren el c… para sacarle el chico,
el marido se queda con la nena,
pero ella consigue conservar un escapulario con una foto borroneada,
de un camarín donde…
Hay Cadáveres
Donde él la traicionó, donde la quiso convencer que ella era una oveja
hecha rabona, donde la perra
la cagó, donde la puerca
dejó caer por la puntilla de boquilla almibarada unos pelillos almizclados,
lo sedujo,
Hay Cadáveres
Donde ella eyaculó, la bombachita toda blanda, como sobre
un bombachón de muñequera, como en
cáliz borboteante ¡ªlos retazos
de argolla flotaban en la ‘Solución Humectante’ (método agua
por agua),
ella se lo tenía que contar:
Hay Cadáveres
El feto, criándose en un arroyuelo ratonil,
La abuela, afeitándose en un bols de lavandina,
La suegra, jalándose unas pepitas de sarmiento,
La tía, volviéndose loca por unos peines encurvados:
Hay Cadáveres
La familia, hurgándolo en los repliegues de las sábanas
La amiga, cosiendo sin parar el desgarrón de una ‘calada’
El gil, chupándose una yuta por unos papelitos desleídos
Un chongo, cuando intentaba introducirla por el caño de escape
de una Kombi,
Hay Cadáveres
La despeinada, cuyo rodete se ha raído
por culpa de tanto ‘rayito de sol’, tanto ‘clarito’;
La martinera, cuyo corazón prefirió no saberlo;
La desposeída, que se enganchó los dientes al intentar huir de
un taxi;
La que deseó, detrás de una mantilla untuosa, desdentarse para no ver lo que veía:
Hay Cadáveres
La matrona casada, que le hizo el favor a la muchacha pasándole un
buen punto;
la tejedora que no cánsase, que se cansó buscando el punto bien
discreto que no mostrara nada
¡ªy al mismo tiempo diera a entender lo que pasase¡ª; la dueña de la fábrica, que vio las venas de sus obreras urdirse táctilmente en los telares ¡ªy daba esa textura acompasada… lila…
La lianera, que procuró enroscarse en los hilambres, las púas
Hay Cadáveres
La que hace años que no ve una pija
La que se la imagina, como aterciopelada, en un cuna (o cuña)
Beba, que se escapó con su marido, ya impotente, a una quinta
donde los
vigilaban, con un naso, o con un martillito, en las rodillas, le tomaron
los pezones, con una tenacilla (Beba era tan bonita como una profeso-
ra…)
Hay Cadáveres
Era ver contra toda evidencia
Era callar contra todo silencio
Era manifestar contra todo acto
Contra toda lambida era chupar
Hay Cadáveres
Era: ‘No le digas que lo viste conmigo porque capaz que se dan
cuenta’
O- ‘No le vayas a contar que los vimos porque a ver si se lo toma
a pecho’
Acaso: ‘No te conviene que lo sepa porque te amputan una teta’
Aún: ‘Hoy asaltaron a una vaca’
‘Cuando lo veas hace de cuenta que no te diste cuenta de nada
…y listo’
Hay Cadáveres
Como una muletilla se le enchufaba en el pezcuello
Como una frase hecha le atornillaba los corsets, las fajas
Como un titilar olvidadizo, eran como resplandores de mangrullo,
como una corbata se avizora, pinche de plata, así
Hay Cadáveres
En el campo
En el campo
En la casa
En la Caza
Ahí
Hay Cadáveres
En el decaer de esta escritura
En el borroneo de esas inscripciones
En el difuminar de estas leyendas
En las conversaciones de lesbianas que se muestran la marca de
la liga,
En ese puño elástico,
Hay Cadáveres
Decir ‘en’ no es una maravilla?
Una pretensión de centramiento¡Ã¤?
Un centramiento de lo céntrico, cuyo forward
muere al amanecer, y descompuesto de
El Túnel
Hay Cadáveres
Un área donde principales fosas?
Un loro donde aristas enjauladas?
Un pabellón de lolas pajareras?
Una pepa, trincada, en el cubismo
de superficie frívola…?
Hay Cadáveres
Yo no te lo quería comentar, Fernando, pero esa vez que me mandaste
a la oficina, a hacer los trámites, cuando yo cruzaba la calle, una
viejita se cayó, por una biela, y los carruajes que pasaban, con esos
crepés tan anticuados (ya preciso, te dije, de otro pantalón blanco),
vos crees que se iban a detener, Fernando? Imagina…
Hay Cadáveres
Estamos hartas de esta reiteración, y llenas
de esta reiteración estamos.
Las damiselas italianas
pierden la tapita del Luis XV en La Boca!
Las ‘modelos’ del partido polaco¡ª
no encuentran los botones (el escote cerraba por atrás) en
La Matanza!
Cholas baratas y envidiosas ¡ªcuya catinga no compite¡ª en
Quilines!
Monas muy guapas en los corsos de Avellaneda! Barracas!
Hay Cadáveres
Ay, no le digas nada a doña Marta, ella le cuenta al nieto que es colimba!
Y si se entera Misia Amalia, que tiene un novio federal!
Y la que paya, si callase!
La que bordona, arpona!
Ni a la vitrolera, que es botona!
Ni al lustrabotas, cachafaz!
Ni a la que hace el género ‘volante’!
NI
Hay Cadáveres
Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocillos metonímicos!
Ex-plícito!
Hay Cadáveres
Ejercicios
Campañas
Consorcios
Condominios
Contractus
Hay Cadáveres
Yermos o Luengos
Pozzis o Westerleys
Rouges o Sombras
Tablas o Pliegues
Hay Cadáveres
¡ªTodo esto no viene así nomás
¡ªPor qué no?
¡ªNo me digas que los vas a contar
¡ªNo te parece?
¡ªCuándo te recibiste?
¡ªMilitaba?
¡ªHay Cadáveres?
Saliste Sola
Con el Fresquito de la Noche
Cuando te Sorprendieron los Relámpagos
No Llevaste un Saquito
Y
Hay Cadáveres
Se entiende? Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres
Yo soy aquél que ayer nomás¡
Ella es la que¡
Veíase el arpa¡
En alfombrada sala…
Villegas o
Hay Cadáveres
Como reina que acaba
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos de un
ejército y se unta las costuras de su armiño raído con la sangre o
el belfo o con la mezcla de caballos y bardos que parió su aterida
monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó su blondo
detonar o esparcirse —como reina que abdica— y prendió sus pe-
zones como faros de un vendaval confuso, interminable, como
sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón o bebederos de
pájaros rapaces, pero en cuyo trinar arde junto al dolor ese presentimiento
de extinción del dolor, o de una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la certidumbre
de extinción de extinción como un incendio
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el aliento de
un amante anterior, languidecente, o siquiera el desvío de una nube, de
un nimbo
que el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante, por más
que éste sea un sol, y no amanezca
y no se dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas, las
escolopendras con sus plumeros de moscas azules y amarillas
(Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor se desvanece)
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su molicie,
yerras por las pirámides hurgando entre las grietas, como alguien que
pudiera organizar los sismos
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas, como lamer el aire
caliente del desierto, sus hélices resecas
CORTO PERO LIGERO
(Y no habría de ser: esa chupada, ese lambeteo: cebado el mate
junto al fogón de los arrieros, que arden de…
ese descanso de la tropa alzada, en grupas: no
habría de bajarme el chiripá, descendiendo a este
encuentro. Ahora susurra el viento en la ventana
que da al aljibe: hurras blande
no desacordonarme la manea
donde tremolo temblorosa?)Una historia de sables, de pistolas
De trincheras con flores de sapo y de zarza parrilla
Como hecha a dedo, a pecho
Echada en el camino de Tarija
Por un gendarme ríspido, montés
Trasiego, belicosa?
Belfo y flande
CongojaSi tuviera que ver este lenguaje
con el terror de esos paisanos
que al ver al General piensan en Hoffman
Si su respiración no moviera las borlas de la cama de Rosas,
de Esmeralda
Y él no se lo encontrase, al regreso de un vado, en la catrera:
en el encame jabonoso, como un lagarto entre los lienzos
aparece con labios de obsidiana y perfume de ajenjo: huele a chipre(Si no me hubieras dicho qué paso
en esa noche de Cañuelas, la última
– un bolero: si bien –
aún te querría?)Un general moviendo espadas en la sombra
Cacha y espuela, blonda y nácar
Coro de férulas:Un general que agita los pendorchos
y se entrega al de enfrente, saltando los tapiales
es más mujer que hombre, es más mujer para ser hombre.
hombre de más para mujer: un general,
un artesano de la muerte ‘Chupa, lame esta hinchazón del español
LAMENTO POR LA MUERTE DE PARSIFAL HOOLIG
empezó a llover vacas
y en vista de la situación reinante en el país
los estudiantes de agronomía sembraron desconcierto
los profesores de ingeniería proclamaron su virginidad
los bedeles de filosofía aceitaron las grampas de la razón intelectual
los maestros de matemáticas verificaron llorando el dos más dos
los alumnos de lenguaje inventaron buenas malas palabrasesto ocurrió al mismo tiempo
un oleaje de nostalgia invadía las camas del país
y las parejas entre sí se miraban como desconocidos
y el crepúsculo era servido en el almuerzo por padres y madres
y el dolor o la pena iba vistiendo lentamente a los chiquitines
y a unos se les caía el pecho y la espalda a otros y nada a los demás
y a Dios lo encontraron muerto varias veces
y los viejos volaban por el aire agarrados a sus testículos resecos
y las viejas lanzaban exclamaciones y sentían puntadas en la memoria o el olvido según
y varios perros asentían y brindaban con armenio coñac
y a un hombre lo encontraron muerto varias vecesjunto a un viernes de carnaval arrancado del carnaval
bajo una invasión de insultos otoñales
o sobre elefantes azules parados en la mejilla de Mr. Hollow
o alrededor de alondras en dulce desafío vocal con el verano
encontraron muerto a ese hombre
con las manos abiertamente grises
y las caderas desordenadas por los sucesos de Chicago
un resto de viento en la garganta
25 centavos de dólar en el bolsillo y su águila quieta
con las plumas mojadas por la lluvia infernal¡ah queridos!
¡esa lluvia llovió años y años sobre el pavimento de Hereby Street
sin borrar la más mínima huella de lo acontecido!
¡sin mojar ninguna de las humillaciones ni uno solo de los miedos
de ese hombre con las caderas revueltas tiradas en la calle
tarde para que sus terrores puedan mezclarse con el agua y pudrirse y terminar!así murió parsifal hoolig
cerró los ojos silenciosos
conservó la costumbre de no protestar
fue un difunto valiente
y aunque no tuvo necrológica en el New York Times ni el Chicago Tribune se ocupó de él
no se quejó cuando lo recogieron en un camión del servicio municipal
a él y a su aspecto melancólico
y si alguno supone que esto es triste
si alguno va a pararse a decir que esto es triste
sepa que esto es exactamente lo que pasó
que ninguna otra cosa pasó sino esto
bajo este cielo o bóveda celeste
Tomado de: Los poemas de Sidney West
OPINIONES
Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre los muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
Tomado de: Gotan